Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

524 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ la tarde, perdíanse a las miradas de Forster, ganando una altura, más allá del punto conocido con el nombre de Montón de trigo. V Mientras tanto, el Protector, que, al rayar el día 17, encontró– se con que nuevamente habíase escapado Canterac -posiblemen– te colmando su deseo, como se ha visto y aún va a verse- ordenó que su segundo, maris.cal Las Heras, al mando de la mayor parte del ejército, persiguiese a los contrarios, aunque con la acostum– brada prevención de "no comprometer con ellos acción alguna ge– neral y decisiva'' (8). Se mandó, conjuntamente, que a la vanguar– dia de las tropas fuesen las montoneras".. Un poco de rapidez y actividad habrían, aquel día, bastado para aniquilar a los españoles, que, cansados, descontentos y en plen.a desorganización, consiguiente a la inesperada acometida de los buques y botes de Forster, avanzaban en lenta caminata, pri– mero, deteníanse a vivaquear en Copacabana, después, a muy po– cas leguas de Lima (9), empleando antes el tiempo en requisar to– do el ganado existente en el valle de Carabaillo (10). Pero -corno do lo que comunico a U. S., para que se sirva elevarlo al conocimiento del Excmo. Sr. Protector.- Tengo el honor de ser de U. S . el más obediente ser– vidor.- Roberto Forster.- Señor coronel don Bernardo Monteagudo, Minis– tro de Guerra y Mardna".- Entretanto, Canterac manifestaba, en su parte al virrey, que "se dirigió por Márquez a Copacabana bajo los fuegos de un ber– gantín enemigo que lo molestó muy poco, causándole sólo la pérdida de dos hombres"; aseveración debida al prurito español de ocultar las bajas, las mismas que, sin duda, incluyó en el número de deserciones de que tan amar– ga y duramente quéjase en dicho parte, según se verá después. El de Forster publicóse en el num. 22 de la Gaceta, correspondiente al 22 de setiembre.- El de Canterac corre, a trozos, en las Memorias de García Camba: V. en este punto, la pág. 426. (8) Lo dice expresamente Miller: V. Memorias, pág. 326. . (9) En la tarde del 17. "En el campo, refiere Canterac, recogimos qui– nientas reses vacunas, y pudo ya la tropa poner sus ranchos y recobrar:e algo del trabajo del día y de la noche anterior".- Parte aludido, apud Garc1a Camba, vol. cit., pág. 426. (10) Habíanse iniciado la fatiga y la deserción: ''Desde La Legua hasta Oquendo se perdieron algunos soldados desertados o extraviados; y de Oquen– do a Copacabana hubo tres ofilciales pasados al enemigo, y fueron prision~ros algunos pocos individuos de tropa, de los que, faltos de sueño y de all– mento, y fatigados de cansancio, se tendían a descansar y, quedándose dor– midos o muy rezagados, venían a ser pronto presa de las partidas indepen– dientes, que no tardaron en seguir la dirección de los españoles".- Esas par– tidas, como la misma palabra lo dice, eran las montoneras. García Camba. loe. cit.

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