Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
SEGUNDA RETIRADA DE CANTERAC 527 esas embestidas sobre la ruta de Macas, ya con la eficaz ayuda de los guerrilleros, surgidos de las cúspides adyacentes, tienen los espa– ñoles que abandonar el rancho acabado de preparar para la tropa, los víveres y alguna impedimenta, para lnternarse precipitada.. mente por la quebrada de Socos ( 14); eludir así el peligro de quedar acorralados en la precedente de Macas, y prevenir la deserción, abrumadora y creciente, cada vez que se les presentan los Ratriotas. Así trascurrió el 19 ( 15). IX La persecuc10n de Las Heras, al frente de la mayor parte del ejército, no era activa, ni mucho menos; pero, además de consti– tuir un gran núcleo de atracción y seguridad para los desertores, ofrecía la esperanza de emplear, en momento dado, fuerzas efica– ces y suficientes, precisamente por numerosas, para aplastar a los realistas, economizando los reveses o extremando las ventajas que sufrió o ~lcanzó después la división de Miller, aislada y diminuta en presencia de tres millares de enemigos ( 16). Pero ocurrió que el 20, muy temprano (17), recibiese el expresado general en jefe una comunicación del Protector, fecha en la madrugada de aquel día, y en la cual se le mandaba detenerse y volver a Lima, dejando solamente una pequeña división encargada de seguir picando la retaguardia de Canterac. En vista de esta disposición, Las Heras, que desde la víspera tenia resuelto constituir un cuerpo de van– guardia a órdenes del coronel Miller, ordenó a éste salir inmediata– mente, en la propia mañana, con algo más de ochocientos hom– bres (700 infantes y 125 caballos), destinados a actuar sobre las fuerzas españolas secundados por unos quinientos montoneros, a (14) Ya en la vecina provincia de Canta. (15) He aquí el parte de Dávalos, expedido en la mañana siguiente: "Excmo. Sr.- Desde Macas hasta la quebrada de Socos, angostura distante una legua, han sido perseguidos los tiranos tenazmente por tres compañías de las de mi mando, unidas a un piquete de granaderos.- Nos hicieron una carga de cuatro cuadras; y volvieron caras vergonzosamente, hasta meterse en la expresada quebrada. Yo me he retirado, cuando ya no había con qué refres– car la tropa, ni con qué curar al valiente capitán Vidal, que salió contuso.– Dios gde. a US. muchos años.- Campo en Socos, setiembre 20 de 1821. Fir– mado.- Toribio Dávalos.- Sr. General en Jefe, mariscal de campo don Juan Gregorio de Las Heras. ( 16) Eran al principio 3.500, pero ya estaba ese número desmedrado por la abundante y continua deserción. (17) A las nueve de la mañana, según aparece del oficio que se copia en una de las notas subsiguientes.
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