Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

530 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ la Patria estaban listos para marchar y batirse; que no había tal cansancio; que la parada de Canterac en puntos ventajosos, ni era factible, ni realizable y que, en caso de que hubiera podido ve.rificarse,. lo habrfa sabido y frustrado con¡ oportunidad, evi– tando todo paso difícil y preparando una segura retirada. Con– cluyó Las H eras sus reconvenciones, repitiéndole la máxima sen· tada en El Pacificador (por el propio Monteagudo): ''Los enemi– gos mayores de la América no son los españoles, sino las ideas exa– geradas de libertad"; exageración que, a su juicio, consistía en que– rer que no se proclamase la república, pretendiendo que la gue– rra fuese en adelante "un preservativo contra el influjo de las antipatías locales" (23). XI Miller y Mitre, para absolver de culpa al Protector, descargan, entera, la responsabilidad de los yerros por omisión en que nos ocupamos, exclusivamente sobre Las Heras. Para el primero, "al llegar a la hacienda Caballero, ese general desistió de perseguir al enemigo"; sin añadir palabras más sobre el punto, de modo que da a comprender que procedió de propia voluntad. Para el segundo, que parece copiar el anterior, Las Heras no hizo nada, ni siquiera concebir un plan; en Caballero desiste de la persecución en masa, y se contentó con desprender la división de Miller., que sólo se mo– vió diez horas después, el 20, a las nueve de \a mañana. Tal aserto, que constituye una condenación explícita, raya en la calumnia; so– bre todo cuando, a renglón seguido, se pondera la inacción del ge– neral y, recordando que Canterac había, por deserción, perdido hasta entonces más de la mitad de la infantería se afirma que, si se hubiera hecho algo vigoroso, ese día se habría, otra vez, podido obtener triunfo completo (24). Pero ¿de quién la responsabilidad? Del Protector, según el relato de Mariátegui; del Protector, según documento, expreso, cla– ro, terminante, que, si aparece suscrito por el propio Las Heras, resulta expresión fiel de la verdad, como que recibió el óleo de la aceptación y la consagración oficial al publicarse en la Gaceta de Gobierno, órgano de San Martín, dirigido y redactado por Mon– teagudo. En el número 22 de aquel periódico, editado el 22 de se– tiembre, se inserta la nota que el 20, a las cuatro y tres cuartos (23) Op. cit., págs. 85 y 86 . (24) Op. cit ., t. III, pág. 214 .

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