Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
536 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ quE.- tal escasez tendría que persistir en todo el tránsito, por las expropiaciones forzosas y anteladas que dondequiera iban prac– ticando los realistas; bajo el falso concepto, de que los adversa– rios, con la marcha, el cansancio y la deserción, irían decayendo y debilitándose cada vez más; y que los montoneros y algunas partidas de línea bastarían para dominarlos; determinó Miller desprenderse de la mayor parte de sus huestes -las que habían pasado la noche en la cuesta de Puruchuco- y les ordenó volver– se a Macas; y él inició la proyectada persecución con solas las tropas que a sus inmediatas órdenes acababan de acantonar en el pueblo. Cumplida tal orden, tan inconsulta como peligrosa, hizo que la infantería y caballería que le quedaban vivaqueasen en unas chacritas próximas bien cultivadas y casualmente no tocadas por los españoles; y, viendo desde un picacho a los realistas acampados en Huamantanga. población emplazada sobre lf.l eminencia fron– teriza, distante unas dos leguas, dispuso que las montoneras si– guiesen de frente, en observación de los planes y movimientos del enemigo; y esperó el 23-, para proceder, con menos bulto e impedi– menta, en forma rápida y activ~, según su desdichada previsión y descabellado pensamiento. XVII En verdad que, a partir de aquel instante, todos los pasos de Miller dieron en el fracaso. Si hemos censurado en justicia el re– tiro de la integridad del Ejército ¿cómo no habremos de motejar esta reducción del efectivo de una mera división ligera; división que, aun presente en total, constituía pobre medio de persecución y hos– tilidad nada eficiente? Como observa Mitre (36) el famoso capitán inglés, alucinado por mentidas esperanzas, o desmedrado por el estado de imperfecta salud en que dejáralo la grave enfermedad que padecía, lap.zóse, ciego, irreflexivo, en una persecución temeraria, pretendiendo ya no sólo hostilizar, sino contener en su marcha a las fuerzas españolas (37). Imprudente habíase mostrado en la acometida contra Monet, que el día anterior le había impuesto un retroceso desalentador para las tropas y que pudo costar muy caro a éstas; e imprudente (36) Op. cit., vol. 111, pág. 215. (37) "A sus contrastes contribuyó no poco la grave enfermedad de ter. cianas de que adolecía Miller, que por momentos le privaba de calcular con exactitud lo que convenía. Es cierto que San Martín debió pensar en ello; pero se hallaba preocupado con los arreglos para negociar la entrega de los castillos".- Paz Soldán, op. cit., vol. I, pág. 209.
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