Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
SEGUNDA RETIRADA DE CANTERAC 537 fue en su ataque del día siguiente, que le infligió rudo desastre, y desvirtuó de modo irrremediable el éxito ya bastante limitado de la expedición. Amaneció el 23, y se observó qe el enemigo "no daba indicios de moverse de Huamantanga". Miller, decidió, en consecuencia y por sí mismo, practicar un reconocimiento. Avanzó. en cabalgadu– ra escogida>hasta medio kilómetro del pueblo. Vio que, ya en esos momentos, formaban las contrarias tropas, en la plaza y las sali– das, como para iniciar movimiento de progresión hacia el paso de la cordillera. Pero bien podía suceder que tal movimiento se dirigiera contra el propio coronel patriota y sus fuerzas disminuidas; circunstancia, esta última, que pudieron haber conocido los realistas por sus des– tacamentos d esprendidos u ocultos agentes. La intuición vivaz e instantánea del peligro centelló en el pensamiento de nuestro hé– roe; y; voló en pos de los suyos, para aprestarse a prevenir aquél o contenerlo. Era lo único que debió hacer; lo contrario de lo que fi– nal y des~strosamente hizo, que fue provocar a los adversarios con d isposiciones que envolvían todas las apariencias de la ofensiva, que revelaban el propósito de plantear, de empeñar una acción en que aquéllos no pensaban, pero que, una vez planteada, no tenían por qué rehuir ni por qué temer en la situación actual de sus conten– dores que no eran ya los mismos ni todos los de San Martín, en los primeros famosos días de setiembre; sino un puñado de vete– ranos y un grupo de poco apreciables montoneros. Volvióse Miller a Puruchuco; llamó sus soldados a la~ armas ; de jó a retaguardia la caballería (cuando debió hacer lo contrario); púsose al frente de los infantes, que colocó a la vanguardia y a la izquierda; y mandó que los montoneros, desmontados, se parapeta– sen a la derecha, sobre "los barrancos del lado de la montaña". Era incitar a la brega, en condiciones inferiores y circunstancias por de– más adversas; embestir ya no a un enemigo en marcha y en el con– siguiente desorden sino a un verdadero ejército, mayor en núme– ro, aventajado en disciplina, advertido de su superioridad, conoce– dor del terreno, correctamente dispuesto en estricta formación mi– litar; congregado en pleno conjunto; descansado, bien comido y hasta acendrado por la selección que en sus filas había hecho la deserción misma, esto es, disminuido en unas mil plazas, pero, precisamente por eso, depurado, leal, resuelto, más experto como más antiguo y, por todos esos conceptos respet~ble (38). (38) "El pequeño contraste que sufrió Miller al subir Puruchuco y la deserción de que él era testigo, debió hacerle conocer que el modo más se-
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