Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

542 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ que le sirvieran de brazo y escolta en los casos urgentes. Por fin, en la mañana del 24, púsose en marcha haci? la sierra, en busca de Canterac; pero por camino diverso del anterior, si más difícil, más rápido y directo. Anduvo todo el día, y en la noche guerri– lleros y dragones "vivaquearon al lado de un arroyo que corre, por en medio de fértiles campos, dentro de un grande y hermoso ba– rranco'' (44). XXII Ese día 24 Canterac comenzaba a vencer las riltas cimas que se interponen, al norte de la provincia de Canta> entre esta pobla– ción y el extenso y rico valle de Junín. En tales cúspides, incle– mentes y fragosas, encontróse de súbito con los guerrilleros de Quirós, que venían en pos de Miller. El choque, por lo mismo que fue inopinado, resultó terrible. Los montoneros batiéronse brillan– temente, como que Quirós, su jefe, además de bravo, era astuto Y ~un táctico a su manera. Vióse Canterac en la necesidad de dete.. nerse y presentar acción en forma, en que al fin una acometida de las compañías de p r eferencia del Infante don .Carlos, logró desalo– jar a los audaces , del camino y de los cerros próximos, franquean– do el paso del ejército. ,Ouirós continuó a Canta, y el 25 se incorporó en la columna de Miller. Los realistas prosiguieron el 25, el 26 y el 27, su paso por la cordillera. En la última de ambas fechas, desde los picachos de Marcapomacocha, divisaron por fin.. con el gozo que es de suponer, las pampas, después gloriosas, de Junín. Era, dice García Camba, la tercera vez que los españoles tramontaban los abruptos Andes, en sólo el espacio de dos meses. Comprendiendo cuán inútil era al fin una persecución que se presentaba tan tardía como ineficaz, hizo Miller que O'Brien, con la montonera de Dávalos, retrocediera a Canta (26 de setiembre); y él, con la de Quirós, siguió recogiendo los pocos desertores que dejaba el adversario en su camino. La deserción aludida habíase hecho insensible ora por la lejanía de la costa; ora por el aparta– miento, después del desastre de Huamantanga, del núcleo indepen– diente que la desertaba y protegía; ora, en fin, por el rigor que los jefes hispanos pusieron en práctica para con los sorprendidos en flagrante deslealtad. "Al practicar -dice García Camba- el ataque en Huamantanga, fueron aprehendidos dos oficiales que se iban al (44) Memorias, vol. cit., pág . 330.

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