Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
546 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ si Canterac hubiese llegado después a acercarse a Jauja, habría si– do indudq.blemente batido, comlo que además de no tener artillería ni municiones bastantes para defenderse, la ventaja del número es– tabq, en razón de cuatro a uno. En vano instó a San Martín el pre– sidente del departamento, don José de la Riva-Agüero, para que hiciese marchar el ejército a Jauja en el mismo día que Canterac tomó el camino de Canta" (48). XXV Y esto que asienta Pruvonena fue convicc1on (ntima de los je– fes españoles, que no podían explicarse "la sorprendente inacción de sus enemigos'' (49). La importancia -dice uno de ellos- de conservar el valle de Jauja, era de todos conocida, tanto considera– do como punto militar estratégico por excelencia, a menos de cin– cuenta leguas de Lima; como porque, en muchas leguas, no era fá– cil mantener las tropas tan bien ni a menos costo, particularmen– te la caballería; pero, si los enemigos, dueños de la plaza del Ca– llao, enseñoreados del mar, por falta de marina española, y sabedo– res dyl estado de poca fuerza a que se veía reducido el ejército de Canterac, que apenas conservaba más que su nombre y su espí– ritu, se movían hostilmente, como podían y les era fácil; imposi– ble de todo punto parecía el sostenimiento del feraz y salutífero valle de Jauja" (50). Perseguido Canterac por la división ligera de Miller, única cosa que San Martín practicó, de las dos justamente insinuadas por Pruvonena, púdose inmediatamente emprender la otra, o sea el ataque rápido, aplastante, invencible, de las escasas tropas coman– dadas por el Virrey. O se pudo, como pareció haberlo pretendido Las· Heras, haber efectuado la contraria: perseguir y despedazar a Canterac, con todo el ejército, a su paso por la cordillera; y luego descender al valle de Junín, en pos de la segura destrucción de La Serna. Ninguno de ambos extremos se puso en planta; y la guerra de la independencia del Perú hubo de hacerse larga, difícil, sangrien– ta, dispendiosa, sin actividad ni brillo; al contrario, llena de de– sastres; hasta que, con la ayuda y el genio de Bolívar, pero a cos– ta de nuestro prestigio, de nuestra riqueza y hasta de nuestra in– tegridad, pudo intensificarse y tener coronación a fines de 1824, después de un pesado y doloroso trienio. (48) Memorias y documentos, etc., t. I, págs. 82 a 84. (49) García Camba, op. et. vol. cit., pág. 439. (SO) García Camba, id. id., pág. 435.
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