Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

CAPITULO VII ESPAÑOLES E INDEPJ;NDIENTES - ENCUENTROS VARIOS INCENDIO DE CANGALLO I Contra lo que la proclama del 22 de setiembre aseveraba, era de plena preparación ofensiva e inteligente actividad el período en que, tras el paseo inútil aunque atrevido de Jauja, al Callao, entraban, a fines de aquel mes, el régimen y el ejército realistas. Pasada la cordillera occidental en los días 25, 26, y 27, la di– visión de Canterac entró en Junín primero y en Tarma después, Y luego tomó acantonamientos, desde esta última población hasta la de Huancayo inclusive, residencia en ese entonces del Virrey (28 de setiembre a 1<? de oct4bre). Tales acantonal!lientos extendié– ronse más tarde hasta Pampas, en pos del Apurímac} y con él, de acercamiento y de comunicaciones rápidas con loe;; otros dos ejér– citos que a la sazón los españoles mantenían en el sur; a saber, el de Olañeta y el de Ramírez. Olañeta.. que al principio se hallaba acampado en la estraté– gica quebrada de Umahuaca, y después había replegádose a Tu– piza, recibió orden de avanzar, de establecerse en Oruro, como base; y de extender· su línea hasta Puno, dándose así la mano con Ramírez, cuyas tropas tenían su cuartel general en Arequipa y se extendían, por las varias dependencias de esta ciudad, hasta Mo– quegua. Por su parte, el Virrey determinó situarse en el Cuzco, punto céntrico en las vastas sierras del Alto y del Bajo Perú, abun– dantemente poblado y provisto de recursos, con lo cual quedarían en pleno contacto, listos para operar a una voz los tres ejércitos, ora en el caso dudoso de ser atacados, ora en el seguro extremo de haber de tomar la ofensiva. Dictó disposiciones La Serna para llevar a cal: o esa traslación a la antigua metrópoli del Imperio; medida que los realistas con-

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