Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

ESPA&OLES E INDEPENDIENTES 559 Los realistas atribuyeron extraordinaria importancia a esta ven– taja incompleta suya, "porque -dice uno de ellos- si los disiden– tes lograran su meditado proyecto, su triunfo, en aquellas circuns– tancias, hubiese, con probabilidad, producido el que una nume– rosa indiada acudiese a reunirse a los vencedores. para molestar a los españoles, en época en que precisamente era para ellos de incalculable valor un momento de descanso" ( 8). VI El l e:> de diciembre, o sea al siguiente día de partir el coronel Loriga al C~erro de Paseo, La Serna emprendió viaje parsimonio– so de Huancayo al Cuzco, ciudad a la cual llegó el 30 del mismo mes, atravesando las provincias de Huancavelica, Huamanga y Abancay, en las que fue estudiando y disponiendo lo conveniente para el asentamiento del moribundo dominio peninsular. La re– solución del funcionario aluilido era de todo punto atinada, como que, al decir de García Camba y de Torrente, siendo la metrópoli de los Incas el punto céntrico del Perú (Bajo y Alto), era "de su– ma utilidad fij~ff residencia en ella, para activar la comunica– ción" entre los varios cuerpos del Ejército, establecidos a gran di~tancia; "velar más de cerca el cumplimiento de las providencias superiores''; y aL~nder "especialmente a la pronta remisión de re– clutas de las provincias del interior'', situadas algunas de éstas "a cuatrocientas leguas del cuartel general, lo que se e~timaba fa– vorable para disminuir la deserción a que tan propensos eran los nattirales" (9). Entretanto, el denominado Ejército de Lima quedó más de 300 infantes y crecido número de indios, en combinación al parecer con el pueblo. Los enemigos lograron al principio alguna ventaja a favor de la noche, de la mala calidad del terreno, lleno de bocaminas hasta dentro de la población, de la muchedumbre de indios, y de su acostumbrada y alborotado– ra algazara; pero el coronel Loriga se apoderó inmediatamente del atrio de la Iglesia y de las casas más próximas y resolvió con sumo acierto esperar el día a la defensiva. Apenas amaneció y reconoció Loriga la posición de los enemi– gos, los atacó tan vigorosamente, que los puso en completa derrota".-Op. et loe. cit. Mitre es quien afirma que los indios atacantes fueron cinco mil: t. III, pág. 274. Dice también, contra lo aseverado por Otero (que es lo natural, dadas la hora y drcunstancias del ataque), que los realistas no tuvieron más que ''un muerto, nueve heridos y dos dispersos"; cosa imposible, supuesta la p resencia de fuerzas de línea, aunque escasas, y admitida la efectividad de la hazaña de Pdngles y Millán, que las comandaban..Ha s eguido Mitre, en este punto, las exageradas cifras de los mnemógrafos h~spanos. (8) Camba, op., vol. et loe. cit. (9) García Camba, vol. cit., pág. 435; y Torrente, t. III, pág. 194.

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