Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

560 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ en Jauja a órdenes de Canterac "deClicado con inimitable celo a su arreglo y disciplina, :y: a la formación de nuevos cuerpos para tomar la ofensiva"; y, con el hierro y demás materias primas conducidas en abundancia por Marcilla primero y por Loriga después, "diose mara– villosa actividad a los trabajos en fraguas y maestranzªs", para la preparación de armas de toda especie y de municiones de guerra, por entonces casi todas agotadas (10). Así, no sólo quedaron asegura– das la posesión y defensa del valle de Jauja, "cuya importancia era de todos conocida, tanto considerado como pu:J.to militar estra– tégico por excelencia, a menos de cincuenta leguas de Lima, como porque en muchas leguas no era fácil mantener las tropas tan bien ni a menos costo, particularmente la caballería" ( 11); sino que, en brevísimo lapso de tiempo (sólo tres meses), pudo el brigadier español, con su pericia y agilidad fulminantes, sorprender y des– trozar (marzo y abril de 1822) la división del general Tristán, in– consultamente desprendida de la capital y aisladf} en la provincia de lea. Ya detallaremos aquel doloroso desastre (debido a la im– previsión y el descuido de que tantas veces hemos hablado). Lo haremos, por su fecha, en la parte consagrada a la historia de la Delegación Suprema, o sea a la primera adminis1ración del mar– qués de Torre-Tagle. Pero conviene aquí mismo, hacer constar que, en los cuatro m.eses transcurridos desde la retirada de Can– terac ( 17 de setiembre) hasta la resignación temporal del mando por San Martín ( 19 de enero), e independientemente del choque dé Paseo, que se acaba de recordar, no tardó en producirse una serie de incidentes, algunos desastrosos, con que los p~triotas hubieron ae palpar, cada día con m'.:lyor evidencia, los yerros del Protector, Y la terrible amenaza envuelta en la subsistencia de aquel ejército español, que en t2ntas ocasiones pudo ser destruido, pero que, a pesar de su audacia e insolencia, fue dejado intacto, en condicio– nes de fortalecerse, medrar y volver a agredir. Preciso es dar una idea, así sea sucinta y rápida, de tales in– cidencias. VII Se recordará que al imponerse de la aproximación de Canterac, Miller había emprendido viaje a Lima, dejando, a cargo del gobierno y administración de lea, al mayor argentino Videla, con alguna fuer– za, y con el encargo de no descuidar la vigilancia del lado de la ( 10) Torrente, id. id., pág. 193. ( 11) García Camba, id. id., pág. 435.

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