Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

ESPA&OLES E INDEPENDIENTES 563 El 20 temprano, el primero (La Tapi~) intimó inmediata rendi– ción a su contrario. Rechazada la propuesta, se empeñó el com– bate, en que el capitán realista, por su serenidad y "acertadas ma– niobras'', obtuvo la victoria. Mientras parte de su hueste, perfecta– mente montada, infligía a las oleadas de indios la carnicería de costumbre con la superioridad de su disciplina y de sus elementos, despreciando el daño que pudieran causarle las hondas, rejones y palos; el mismo James, a la cabeza de otra columna, superior en número y escogida, consiguió poner en derrota completa la de La Tapia, casi toda constituida por milicianos iqueños, bisoños y ya bastante deprimidos por el largo viaje. Retiróse La Tapia, desbandá– ronse los indios; pero la persecución emprendidH, hubo de dete– nerse al pie de los collados, donde, rehechos los perseguidos con el denuedo y ferocidad que fue siempre su distint~ vo, pudieron de– fenderse ventajosamente, lo mismo que en las posteriores alturas de Chiara y de Chusqui, apelando a su terrible sistema de galgas. James, días después, restituyóse a su cuartel general, llevando tres– cientos cincuenta prisioneros (entre soldados, cívicos y paisanaje); cuatrocientos fusiles, la mayor parte inservibles; un cañón, casi inútil; dos cargas de municiones y gran número de indios, que, "seducidos por el caudillo insurgente La Tapia, h:ibíanle acompa– ñado en aquella expedición'' ( 17); pero, al retirarse a Huancayo y Jauja, dejó, con uno de sus subalternos, corta partida de sol– dados de línea y milicianos, que tornando sobre los maracuchos, debía coronar la pacificación de las provincias de Huamanga y de Cangalla. Avanzaron estos nuevos perseguidores; llegaron el 10 de octubre a encont.rnrse con La Tapia y con los morochucos en el partido de Aneo (actual provincia de La Mar (18), entonces per– teneciente a la jurisdicción de la Huamangan); y, envalentonados con el fácil suceso del 7, acometieron a los indios, parapetados en la cordillera, todavía en respetable número. El rechazo fue aplastante. Galgas inmensas, desprendidas de las cumbres, y que de ellas descendían como el rayo destrozando cuanto encontraban en la senda, produjeron matanza desastrosa en los realistas, una vez que engañados por la inercia calculada de los naturales, alec– cionados por la experiencia, hallábanse aquéllos a la mitad de su ascenso hacia la cúspide. Quedaron ciento cincuenta realistas muer- (17) Torrente, Historia cit., t. 111, pág. 112.-Gaceta num. 21, ya cit., del 19 de setiembre. (18) Aneo queda al S.E. de Huanta y San Miguel y casi en el mismo pa– ralelo de Ayacucho, al E. de ésta. Tiene situación privilegiada, en el ángulo formado por el Apurímac y su afluente el Pampas.

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