Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
568 GERMAN LEGUIA Y MART'JNEZ tuosa. Los indios eran inútilmente buscados o acometidos, no obs– tante las grandes precauciones y reserva que en sus movimientos y operaciones pusieron los realistas. Cuando éstos creían más inerra– ble el golpe y más segura la presa, o aquél resultaba fallido, o ésta se les escurría de las manos. Parecía indudable, por una serie de indicios que los hechos iban confirmando, la existencia de agen– tes desconocidos que protegían a los rebeldes en su actitud fati– gante y ya ridícula para los perseguidores y Jos ayudaban con no– ticias exactas de las salidas efectuadas por éstos, de los efectivos que llevaban, y hasta de los recursos de que disponían en cada ex– pedición desprendida para reparar el fracaso de las anteriores. "Se los persiguió, dice Mendiburu, con empeño, pero inútilmente; porque ellos, con noticia de las operaciones que se ponían en obra para destruirlos, burlaban y cansaban las tropas destinadas a ex– terminarlos" (24). XIV Carratalá mismo púsose en campaña. Desde su pa!"tida, hubo a cada paso de detenerse y bregar, acosado por los indios, que, como por encanto, parecían brotar de todas partes. Las sendas que el jefe español recorría recibíanle con una lluvia de piedras y galgas, y no era insignificante el número de bajas que producfanles aquellas armas primitivas; y, aunque esca– sas, las de fuego, de que en anteriores encuentros habían logrado apoderarse los indios. En una de tales acometidas -la más recia, como llevada a ca– bo por guerrilleros avezados- el jefe de estos últimos, coman– dante Velazco, heddo su caballo, vino al suelo y cayó prisionero de los realistas. Llevado a presencia de Carratalá, ordenó éste, sin más trámite, que el desventurado patriota fuese pasado por las armas en la plaza del pueblo más próximo. Así se hizo. El mártir fue conducido al banquillo de los criminales, y allí rindió indomable y bizarro, la existencia por la causa que sostenía, lle– vando a las espaldas un cartelón infamante, escrito de puño y le– tra del propio Carratalá y en el cual se decía: "Ha sido fusilado este desgraciado por traidor, asesino y ladrón, y por no haberse acogido a la clemencia que manifiesta la proclama del Sr. coronel don José Carratalá de 1? del actual. Sirva de ejemplo a todos los habitantes del partido, y existan tranquilos en sus hogares, obe· dientes a las legítimas autoridades, para no verse en tan fatal in- (24) Diccionario citado, t. II, pág. 250.
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