Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
574 GERMAN LEGUIA Y MARTIINEZ Los años habían entibiado el reconocimiento público. La in– diferencia y el olvido peruanos, reflejo de la indiferencia y el ol– vido españoles, otorgados lo mismo al mal que al ben, por lo que se dijo alguna vez, con exactitud dolorosa, que en el Perú "no había sanción moral", habían, en algo más de un sexenio, cristalizándose en un título más o menos pomposo, y en un descuento tributario de "cuatro reales al año''. Habían cambi2.do las formas externas de la asociación política; pero las personas y su sindéresis, las cosas y su esencia íntima, arrastraban, y seguirían arrastrando, mucho tiempo todavía, los viejos vicios del coloniaje (28). XX Tras la neroniana barrabasada del 17 y el nauseabundo desaho– go de Putica, Carratalá, pasó el Pampas por el puente de mimbres de Cangalla, único objeto salvado del fuego; y, holbnao satisfecho las cenizas de la desventurada población, llevó sus tropas a la ori– lla derecha, en pos de Vikasliuamán y . de los pueblecillos subsi– guientes. Incendió los de Sanca, del actual distrito de Camaná; Hua– lla, capital del de su nombre, y otros; y, a manera de un Atila, pe- (28) Comprendiendo lo desdoroso que el incendio de Cangallo era para la causa española, García Camba y Torrente lo ocultaron intencionada y mali– ciosamente, pues nada en sus respectivas obras dicen de él. El primero se li– mita a hablar del asunto en la siguiente forma: "El 24 de febrero se recibieron, en el cuartel general de Huancayo, noticias oficiales del coronel Carratalá, que maniobraba con una columna contra los indios alzados del partido de Cangallo o Vilcashuarnán, provincia de Huamanga, cuyos naturales son conocidos por el nombre de morochucos. Resultaba de ellas haber batido dicho jefe, en los altos de Pomacocha, una pequeña columna de tropa del ejército de San Mar– tín, a la que se habían unido más de 800 indios, los cuales, con la experiencia de esta oportuna derrota, se le presentaban con sus caudillos pidiendo per– dón. . . El gobierno, sin embargo de que no desconocía la índole ligera de aquellos indígenas, aceptó su sumisión con la indulgente bondad que distin– guía la administración del virrey La Serna. La pacificación del partido de Cangalla, población conocidamente valerosa, se comunicó al ejército en la orden del día" ... Torrente, por su parte, se expresa así:"El coronel Carra– talá, que operaba en el partido de Cangalla, provincia de Huamanga, contra los indios sublevados, conocidos con el nombre de rnorochucos, había des– trozado en febrero una numerosa reunión de estos rebeldes, protegidos por algunas partidas de tropa de línea, en los altos de Parinacochas; de cuyas resultas se presentaron a implorar perdón los principales caudillos, quedando por este medio asegurada la tranquilidad del país".- Corno se ve, Torrente, confunde la acción de Pornacocha, ganada por Carratalá, con la de Parinaco– chas, en que triunfó Valdés.- V. García Camba, op. cit., vol. JI, pág. 6; Y Torrente, id. id., vol. III, pág. 301.
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