Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

576 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ XXI Curioso es ver a estos exterminadores de pueblos indefensos, invitando a sus pobres víctimas para exterminar ª su vez "a los terribles enemigos de la felicidad del país", después que, colocados en presencia de éstos últimos, nada habían hecho por realizar ese a~elado exterminio. No tenían ellos la culpa; sino los conductores del ejército libertador, que, por motivos o razones de secundario orden, consintiéronles volver, y los dejaron salvos y ~ptos para ejer– citar la serie de clamorosos crímenes e infames tropelías que narra– mos ahora por supuesto con la repugnancia que es de suponer. ¡Pobres pueblos, patriotas y abnegados, comprometidos en lucha ya antigua, constante y heroica. confiados en el apoyo y la ayuda que tantas veces se les había cacareado, y que apenas si encontraron en medida insigmficante, llegada la triste situación en que los ve– mos y los veremos todavía! Vencidos, perseguidos sin tregua; blanco de matanzas horro– rosas; arruinados en sus personas y en sus bienes;_fugitivos de su hogar, que la saña española había entregado a las llamas y al sa– queo, propagados por aldeas, caseríos, estancias, chozas y semente– ras: ¿qué podrían esperar, qué lograrían hacer parinacochanos y lu– caneños, que no los expusiera a la suerte misma, lúgubre y desas– trosa, que el furor de los invasores deparara a los pueblos de la re– belde y valerosa Cangallo? Como era natural, los habitantes citados fingieron someterse. Decimos que fingjeron, porque, apenas retirados los opresores, al– záronse de nuevo, a la par que sus congéneres los denodados moro– chucos. Ya veremos como, co:111prendiendo que la excitación y el im– pulso de esas frecuentes rebeldías tenía su foco principal en lea, determinó el virrey organizar sobre aquel punto formal expedición, salida de Arequipa a órdenes de Valdés; y como, ~l propio tiempo, Canterac había decidido acometer por sí mismo igual empresa enca– minada a la destrucción de la división Tristán; destrucción que, por desgracia, consumóse en marzo y abril siguientes, pero que, por ha– berse efectuado con posterioridad al 19 de enero, esto es, bajo la delegación suprema del marqués de Torre-Tagle, habremos de de– jar para el lugar correspondiente. Ello es que los pocos que resistieron y se afrontaron, en buena aunque desigual algarada, con Carratálá y sus vándalos, fueron aplas– tados y deshechos; como ocurrió con cierta partida que, compuesta en su mayoría de coracoras y morochucos , atrevióse a aguardar Y

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