Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

PLAN DE MONARQUIZACION 49 El decreto de erección llevaba la misma fecha que el Estatuto: 8 de octubre; y, cualesquiera que hubiesen sido o en lo sucesivo fueran las razones alegadas por los sanmartinistas para sincerar a su héroe, esta coincidencia de fechas no puede dejar de ser fatal y lastimosa1, dada la elocuencia envuelta en la asunción de un poder discrecional, rodeado de instituciones oligárquicas, y la simultánea inauguración de una casta nobiliaria, disfrazada con las apariencias de consagración de la gloria, recompensa de ~a virtud y elevadas exigencias morales de ejemplo, de progreso y de estímulo. XV Veamos las razones aparentes que, para esta nueva medida monarquizadora, coetánea del Consejo de Estado, y, con él, del Es– tatuto, adujo San Martín. El preámbulo del decreto, en que tales ra– zones se desenvuelven ampliamente, decía: "Cuando el orden social experimenta una de aquellas alteracio– nes que no son sino el cumplimiento de las leyes antiguas de la naturaleza, la autoridad del tiempo basta para abolir las formas que han precedido, y consolidar las que deben susrituirse, Las ideas del gobierno y del pueblo se modifican por la tendencia de los mis– mos sucesos; el origen de los derechos y de los deberes de ambos se busca en nuevos principios; y, en fin, las penas y las recompensas varían según el distinto concepto que se forma de la moralidad de las acciones". ~ "Mientras la fuerza es el origen de las leyes, los mismos opri– midos que emprenden resistirla no pueden sustrae'rse del todo al remordimiento que excita la idea de ser infractores, aunque sin ser culpados. Pero al fin el poder de los débiles se aumenta, y em– pieza a mirarse la rebelión como un deber, hasta que, coronada por las manos de la victoria, adquiere el renombre de heroica y cesa de ser abominable". 1 'Más de diez años de una constante lucha han sido precisos pa– ra que el Perú arribe a este feliz término: muchos ilustres ciudada– nos han osado ser fieles a los sentimientos de su corazón, sin más fruto que ir a honrar los cadalsos en que han perec:do, y regar otros con su sangre los campos de batalla, para abonar con ella la tierra en que, tarde o temprano, debía nacer el árbol de la libertad. El v.oto de los héroes que ya no existen, y de los pueblos que viven, p_:ira consumar la obra que aquéllos empezaron, está cumplido. La capital del Perú y casi todos sus departamentos han proclamado Za independencia: un solo sentimiento anima a todos los que habitan

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