Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
PLAN DE MONARQUIZACION 59 Francisco Soriano, de la orden de San Francisco; Fr. José Quin– tana, de la orden de La Merced; don Joaquín Campino; el coronel don Pedro Antonio Borgoño, sargento mayor de plaza; don Fran– cisco Agustín Argote; dron Santiago Campos; el doctor don To– ribio Rodríguez de Mendoza, canónigo lectora!; el sargento ma– yor don Joaquín Cordero; el contador de diezmos, don Tomás Mo– rales; y don Manuel Lastra. Total: 102. Después se agregó a cuatro más: coronel don Juan Valdivieso, conde de Vista-Florida, doctor don Juan Esteban Henríquez y doc– tor don Jacinto González Barriga. XXI Aparte de la necesidad que en todo cuerpo existe, de un centro de dirección y de gobierno, el Gran Consejo de la Orden del Sol serviría para "conservar los principios y promover los fines del esta– blecimiento; cuidar del aumento y distribución de Jos fondos que se afectarían a él; y conceder las gracias, ordinarias y extraordinarias, que exigiesen los méritos de los buenos servidores de la Patria". Es– taría compuesto del Jefe Supremo, fuese o no de la Orden y que sería su presidente nato; de un vicepresidente, que sería el más antiguo entre los jefes presentes del Ejército; y de nueve fundadores, ele– gidos todos por el presidente del Consejo. Para llenar las vacan– tes de éste, después de su instalación, el mismo Consejo presen– taría una terna al Jefe Supremo, quien nombraría al que fuera de su aprobación. La nueva enunciación de estas disposiciones, contenidas en el artículo 7'? del decreto, da idea clara de .ese prurito de predomi– nio absorbente que se había entronizªdo en el ánimo de San Mar– tín. El habría de presidir el Consejo y, con éste, la cacareada Or– den; el vicepresidente habría de ser un militar de su dependencia; y él mismo habría de designar a los nueve fundadores primitivos, así como a todos los sobrevinientes, esto es, a la integridad de los llamados consejeros. Era el militarismo monopolizador ejercien– do su nefasta presiión en todas las instituciones, aun aquellas que se decían creadas para sólo exaltar la virtud y recompensar el mé– rito; y no sólo monopolizador, sino impositor del elemento extran~ jero, ya que el Protector había empezado por declarar miembros fundadores de la Orden, y por tanto privilegiados en ella, a indi– viduos que, todos,, eran extraños a la nacionalidad peruana, sin más excepción que la de estos tres: el marqués de Torre-Tagle,, el de San Miguel y el de Montemira; los otros veintiuno eran de fuera.
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