Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
PLAN DE MONARQUIZACION 77 V La resolución estaba hecha, y no faltaba más que cumplirla. Debía solicitarse un rey, y sólo había que pensar en el personal de la misión encargada de obtenerlo. Ahora bien, si se trataba de negocios que sólo atañían a la nación peruana ¿por qué razón no fueron peruanos los plenipotenciarios elegidos? Circunstancia es ésta en que se hace necesario poner mientes, para asen,tar, una vez más, la evidencia de no haber casi monarquistas en el Perú. Pudo haberlos -lo repetimos- entre el núcleo . por lo general vacío y superficial de la antigua nobleza; pero no entre los hom– bres capaces de desempeñar, con talento, sagacidad, lucimiento y eficacia la ingrata labor de volver a servilizar a un pueblo que hasta entonces decíase independiente y libre. La necesidad de la reserva no era alegación aceptable para excluir a los únicos inme– diata y directamente interesados ~n el asunto; µcrque, de existir monarguistas convencidos en el Perú, la reserva era siempre cosa asequible. No hay que pensar en ello. El objetivo era otro; reser– varse de los peruanos; mantener, tratándose de éstos, en el más cerrado misterio, el plan y su consumación. Había el temor de que los nacionales susceptibles, por sus dotes, de ser utilizados en la gestión, se negaran a ella; la propagaran prematuramente) haciéndola abortar; o la desempeñaran en forma que lograse des– virtuarla y perder]a. Y -se dirá- ¿no eran peruanos los encar– gados de estudiar la misión misma y de redactar las instruccio– nes de los comisionados? En verdad que lo eran algunos, muy contados; pero su discreción, obediencia y fidelidad estaban ase– guradas, ora como instrumentos y hechuras que eran del Protec– tor; ora como interesados personalmente en la eficacia del movi– miento monarquizante; tales fueron en uno u otro sentido. los nobles conde de Valle-Oselle, conde de la Vega del Ren, conde de Torre-Velarde y marqués de Torre-Tagle; el eclesiástco Echagüe, gobernador del arzobispado; y el doctor Francisco- Javier Moreno presidente de la Alta Cámara, de Justic.ia. ' Por lo mismo, hubo de apelarse a dos extranjeros: el aventu– rero político García del Río, y el cirujano Paroissien; colombiano aquél, francés éste, y ambos ciegos adictos, amigos personales, servidores fieles, dignos de la entera, de la absoluta confianza de San Martín.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx