Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

PLAN DE MONARQUIZACION 83 miembro de la Santa Alianza. . . Fue San Martín el general de un ejército auxiliar que vino a libertar al Perú, no a conquistarlo; y, en el caso de haber tenido la expedición este objeto, la conquista pertenecía a la nación que mandó al general y su ejército, no al que recibió el mandato, y vino a libertar. Creyó San Martín que, para conseguir su propósito, debía asumir el mando ¿y cómo lo asumió? ¿con qué fin y plan?. . . A San Martín no se le confirió la dictadura; ni la debía a un cuerpo compuesto de representantes de la nación, ni a reuniones populares o plebiscitos, ni a pronun– ciamientos de las tropas. Se Za arY'ogó, la asumió, porque no había concluido su misión de terminar la guerra y hacer que desapare– ciese del territorio nacional la dominación española. Asumo el man– do, dijo, y quedan reunidos en mi persona el político y el militar. La fuente, pues, o el origen de su poder, venía de su sola voluntad, a la que no se opusieron los peruanos, porque, estando los ene· migos a poca distancia, cualquiera oposición o disentimiento en– tre nosotros era el triunfo de los españoles. La autoridad de San Martín fue usurpada, creándose mandatario, y tolerada por los go– bernados. El objeto que se propuso al crearse dictador fue termi– nar.. la guerra y que no quedase incompleta la obra empezada, y su medida fue enteramente contraria a las instrucciones que del go– bierno chileno recibiera.- Escrupulosos los gabinetes europeos, a quienes García del Río y Paroissien ofrecieron un imperio, tuvie– ron que investigar quiénes ofrecían el trono; de dónde habían sa– cc.do los que hacían semejante obsequio el poder de disponer de lo que no les correspondía; y encontraron que ese poder no tenía otra base que una usurpación. El resultado fue ún desaire, y que nadie se atreviese a ponerse una corona que no conferían los pue– blos por los medios legítimos que tienen de disponer de su suerte. Pl ofrecimiento fue rechazado y despreciado, y ninguna ventaja sacaron San Martín y sus cómplices de este desgraciado y vergon– zoso paso. Gustaba en verdad a los europeos el que la América, si 1.·abía de ser independiente, fuese monárquica; pero ni sus deseos, ni su conveniencia, ni lo lisonjero que es al corazón humano man– dar como rey o emperador, los alucinó hasta el grado de recibir lo que se les ofrecía! - Y que la idea de una monarquía no e:na popular, sino que, por el contrario, tenía en su contra la opinión pública, es una verdad notoria. San Martín y sus cómplices no trataron en público la cuestión de remitir a Europa agentes para que nos vendieran; obraron bajo toda reserva y en el mayor se– creto. Extendieron las actas en un libro, no escribiéndolas en pa– labras corrientes, sino en cifras, para que, si había un descuido,

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