Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
6 GERMAN LEGUlA Y MARTINEZ arma, será sin duda aniquilado el último poder de nuestros ene– migos" (17 de abril) (5). Muchas cosas, largas e inútiles de referir, se determinaron, entre el héroe yapeyuano y el director argentino, para la consuma– ción de la expedición libertadora planeada desde entonces con des– tino al pueblo de los Incas; y habríase en verdad realizado esta úl– tima desde 1817 o 1818, a no ser por los acontecimientos sobreve– nidos a lo largo de esos dos fecundos años históricos. El 18 de abril salió San Martín de Buenos Aires; y el 11 de mayo de 1817, esto es, a los dos meses justos de su partida de la capital chilena, estaba de nuevo el prócer en su alojamiento del palacio de los obi~ pos, como en la proclama de despedida del 10 de marzo habíalo prometido a sus conmilitones y subalternos. Pero hubo de olvida"f su pensamiento preferido, porque grandes necesidades, tan graves como imprevistas requirieron y aun monopolizaron su atención. La expedición Osario acababa de cortar el vuelo de los pro-hom~ bres de la independencia. El vencedor de Chacabuco, casi deshecho. en el fúnebre galicinio de Cancharrayada, hubo de pensar y operar encarnizadamente en la reposición de lo perdido, y preparar el nue– vo glorioso peldaño de Maipú. Reafirmada con este postrer triunfo la independencia de Chile, el patricio retornó a acariciar la magna idea que le sonreía y lo atormentaba; y lo primero que hizo fue retomar la senda, ya detalladamente referida, de Santiago a Men– doza y Buenos Aires (13 de abril de 1818). Al año exacto del regre– so de su viaje anterior (lunes 11 de mayo), entraba, al rayar del alba, recatada y humildemente, en la capital del Plata, en esos momentos todavía silenciosa y dormida, esquivando, intenciona– do como siempre, por presentación antelada, cuasi subitánea, las ruidosas ovaciones que, al anunciar su venida desde fines de abril, habían los bonaerenses determinado rendir a su egregio compatrio– ta, el ya triplemente vencedor Aníbal de los Andes (6). (5) "Un año más, añadía Pueyrredón, necesitamos para la ejecución de nuestros intentos, que tendrán su efecto infalible, si conservamos el orden in– terior. A Ud. le será más fácil que a mí conseguirlo, porque manda en pue– blos dóciles; pero yo aseguro que, por mi parte, velaré sin cesar, ayudado de los buenos, para corregir a los indóciles". - Carta referida, apud Paz Soldán, Historia cit., I, 33. (6) La Gaceta de Buenos Aires del 13 de 'lllayo, al dirigirle su saludo, exclamaba: "Ha conseguido escapar a las demostraciones espléndidas que, con extraordinaria impaciencia, le preparaba, hacía muchos días, el reco. noc1miento público. Esta sobriedad no es menos admirable que sus victo– rias ... No puede caber la pequeñez de solicitar los honores del triunfo, en
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