Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

APRESTOS NAVALES 191 ba abandonado a las incertidumbres de lo porvenir, a los caprichos de la casualidad o a las contingencias del botín. El servicio médico, en que venían cuatro cirujanos primeros (2), tres segundos, dos practicantes y siete individuos de tropa (ayu dantes o topiqueros), tenía por jefe, en la calidad de cirujano mayor, al facultativo don Santiago Deblin; traía competente número de bo– tiquines y camillas o ambulancias; y conducía un servicio hospita– lario calculado para seiscientos enfermos, teniendo en cuenta, no sólo los estragos de la guerra, sino los naturales efectos de un cam– bio brusco de clima, para gentes no habituadas a los rigores de la zona tropical. Un servicio completo de capellanes contemplaba y satisfacía los sentimientos y hábitos religiosos de los soldados. Vicario general cas– trense era otro peruano, el famoso presbítero Dr. D. Cayetano Reque– na, ese a quien vimos huyendo de Lima perseguido por Pezuela a causa de sus inteligencias con la escuadra de Cochrane; trasladán– dose a Supe; y embarcándose en ese puerto, a bordo de la almiran– ta, en unión de Remigio Silva, el denodado Vidal y otros patriotas. IV Auditor de guerra se nombró al coronel don Antonio Alvarez J onte (3), fallecido en Pisco poco después. La secretaría, rumbosamente organizada a la manera de un ministerio de Estado, habíase confiado a tres americanos distin– guidos: Monteagudo, que corría con todo lo referente a los ramos de guerra y marina; García del Río, a quien estaban encomenda– dos los asuntos de gobierno; y Dionisia Vizcarra, que tenía a su cargo los de hacienda. Traían los tres como auxiliar al laborioso empleado don Salvador Iglesias, que ostentaba el título de "ofi– cial primero" de ese departamento (4). (2) A saber: Dr. D. Diego Paroisslen, Dr. D. Miguel :::,tapleton Crowley, Dr. fray Antonio de San Alberto, y el médico personal de San Martín, Dr. Zapata, limeño, hombre de color, aunque acertado y meritísimo, de quien dice Damián Hudson (en sus Recuerdos de Cuyo) que "gozaba de gran fa_ ma como médico (en Mendoza, donde lo conocieron San Martín y Hudson) y era estimado por sus finas maneras, nobie carácter y notable modestia".– Revista de Buenos Aires, t, V, pág. 172. (3) Y no Monteagudo, como erróneamente afirma Bulnes. Op. cit., vol. I, pág. 213 . (4) Iglesias era un español, que, encontrándose ''en pobre situación", había creído conveniente adherir se a la causa de la independencia, con tan.

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