Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

8 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ capitán, a diferencia de los otros, había, en la embriaguez de la victoria tenido magnanimidad bastante para excusar cuantas re– compensas quisiera tributarle el pueblo recién emancipado, repu– diando poder y riqueza, títulos y honores, grados militares y pue– riles ovaciones. "Admirarán unos -decía aquel periódico- el valor de las tro– pas o el arrojo de los oficiales; y ensalzarán otros el tino, la re– serva y la astucia del general; pero nada es tan glorioso como su moderación". IV Y, en verdad, jamás en América, habíase escuchado palabra tan serena y tan bondadosa. como aquella que el flamante reden– tor dirigiera al pueblo invadido, al poner pie en su territorio, al frente de algunos millares de bayonetas: "Se castigará con severi– dad el menor insulto. Me prometo que no se cometerá ninguno ba– jo las banderas americanas, y que se arrepentirá tarde y sin recur– so el que las ofenda. . . La tropa está advertida de una disciplina rigorosa y del respeto que debe a la religión, a la propiedad y al honor de todo ciudadano. No es de nuestro juicio entrar al exa– men de las opiniones . . . Yo os prometo, por mi honor y por la independencia de nuestra amada patria, que nadie será repulsado al presentarse de buena fe" ... Quien así se expresaba y después cumplía todo lo estampado en la proclama trascrita, era el mismo que, andando los días, re– nunciaba la alta clase de brigadier que confiriérale el gobierno ar– gentino (7); rehusaba reiteradamente (8) el sueldo anual de seis (7) "Me considero sobradamente recompensado, con haber merecido la aprobación por el servicio que he hecho: es el único premio capaz de satis– facer el corazón de un hombre que no aspira a otra cosa. Antes de ahora, tengo empeñada solemnemente mi palabra de no admitir grado ni empleo algu– no, militar ni político. Por lo mismo, espero que V.E. no comprometerá mi ho– nor para con los pueblos, y que no atribuirá a amor propio la devolución del despacho, cierto de que contento con el empleo a que me ha elevado, sacrifica– ré gustoso mi existencia en obsequio de la Patria".-Oficio de San Martín de 17 de marzo de 1817. (8) Tres veces consecutivas. Aceptó la cuarta, pero no invirtió la suma señalada, en su persona; sino en donativos y limosnas, que realizó por condue– to de la tesorería pagadora, y cuyo sobrante, de casi once mesadas, devolvió a la misma al finalizar el año, con prevención de no dar salida a ese sueldo en lo sucesivo; de que daría cuenta de la aplicación dada al único gastado; y de ocultar al público todo io relativo al incidente, debido al anhelo de no agravar las dificultades del fisco, y no, en ningún modo, hijo de la vanidad.

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