Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
SAN MARTIN EN BUENOS AIRES Y MENDOZA 9 mil pesos que el gobierno de Chile asignábale como a general en jefe de los ejércitos unidos argentino y chileno; devolvía al cabil– do de Santiago los diez mil que, en buenas onzas de oro, ponía és– te a su disposición para los gastos de su viaje a Buenos Aires, pre– ceptuando la aplicación de aquella suma a la creación de una bi– blioteca pública, porque "la ilustración y el fomento de las letras eran la llave maestra que abría las puertas de la abundancia y ha– cía felices a los pueblos"; y porque "anhelaba que todos se ilustra– ran en los sagrados derechos que forman la ciencia de los hombres libres" (9); reconducía al tesoro público la vajilla de plata que ofrendábale el gobierno de Santiago, alegando que "los tiempos no eran para tanto lujo; que el Estado se hallaba en necesidades; y que era preciso que todos contribuyeran a remediarlas"; y, en fin, si admitía el obsequio de una chacra próxima a la población, cuya adjudicación extendía solemnemente a su favor el propio cabildo santiagueño, hacíalo a condición de que la tercia parte de sus ren– dimientos invirtiérase, de un lado, en el fomento del hospital de mujeres de la capital; y gastárase de otro, en rentar a un vacuna– dor, que "libertara al municipio del mal de la viruela y de sus es– tragos" (10) . V Tales antecedentes, propagados en las PP. UU. por fos publica– ciones de Chile y por multitud de cartas en que los expedicionarios argentinos expresábanse de su general con extraordinarios cariño y admiración, habían -repetimos- convertido a este último en uno como personero o, digamos mejor, personificación del pueblo del Plata; encarnación de su gloria; objeto y concreción de su (9) Nota al cabildo donante (de 12 de marzo de 1817). (10) ¿Cómo creer que este hombre, que tantas muestras daba de des– interés, guardase (no se ha podido decir de dónde, ni cómo) 29,500 ps. según unos, 100,000 según otros, para colocarlos en nombre suyo, en algún banco o casa comercial de Lo11dre~, imprimiendo así, en su inmaculada vida ese punto negro de que, sin ambajes, hablan Mitre y algunos historiadores chi– lenos, Vicuña Mackenna más que todos? Refieren esos historiadores que, al tomar a Chile en 1817, después de tratar de la expedición a Lima con el gobierno de Buenos Aires, San Martín despachó a Londres a su compadre y ayudante de campo, ingeniero Alvarez Condarco, ya no sólo con recursos para la adquisición de buques (como el "Cmnberland") y de elementos bé– licos indispensables; sino también con la suma referida, destinada a depo-
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