Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

10 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ orgullo colectivo; representación de sus ideales, anhelos, conquis– tas, esfuerzos y satisfacciones nacionales. Militarmente, aparecía en el horizonte patrio a la manera que un iris esplendoroso, cuyo arco extendía, por sobre las gigantescas montañas del poniente, en vecinas pero dilatadas esferas, el poder, el predominio, el influjo y el brillo de la colectividad; conquistando, a su fuego y a su sitarse, a la orden peronal de San Martín y a la de O'Higgins. Conforme a una carta de Alvarez Condarco, inserta en la pág. 83, t. II, de la Historia de San Martín por Mitre, el capital consignado, en calidad de ahorro o re.. serva personal, no excedía (para el vencedor de Maipú) de los enunciados 29,500 pesos. En la misma .-:arta se habla de que sólo 3,000 eran personalmente, de San Martín; cifra que, con la restante llevada por Alvarez debería impendir– se en la adquisición del propio "Cumberland", destinado muy pronto a VaL paraíso con una dotación de cuarenta cañones. Esto desligaría de toda res– ponsabilidad a los próceres reservantes, si -a contmuación y en la misma carta- no dijese el comis ionado que la negociación del "Cumberland", se había hecho "sin desembolso efectivo"; pues, una vez aprobado el contrato por el gobierno de Chile, los fondos facilitados deberían "volver a poder de Alvarez Condarco"'; circunstancia en virtud de la cual, no le fue difícil al co– misionado conseguir que el comerciante británico Neile ''le adelantara aquella misma cantidad''. Esa devolución y permanencia de la reserva o ahorro con– fiado al ayudante, siempre en manos del mismo, es lo que ha dañado el nom– bre del héroe de San Lorenzo, como el de O'Higgins. Con todo, bien pudiera ser que el dinero en cuestión desembolsárase para algún objeto pé:itriótico absolutamente reservado, ya que, por una parte las cuentas personales que de sus gastos solía hacer religiosamente San Martín, son, como Mitre asienta, un "modelo de privaciones y de frugalidad''; y por otra, consta que ese gran americano vivió y murió pobrísimo, sin otro auxilio que el de las pensiones con que lo favoreciera el gobierno del Perú, ya olvidada y suspensa la bondadosa ayuda que antes de ello prestáranle algunos de sus buenos amigos. Misterio éste que no ha aclarado hasta aquí y que probablemente jamás aclarará la historia. Nosotros absolveremos al héroe de culpa y mácula, teniendo en cuen– ta lo perdurable de sus sufrimientos, lo notorio e inintermmpido de su mise.. ria económica; y la jamás desmentida serie de sus actos de abnegación y de.. sinterés. Curioso sería que, en esta única ocasión, resultase perdiéndose en fétidos y oscuros vericuetos, quien toda su vida persistió a toda luz en la línea recta; y que contrad.ijérase clamorosamente el sublime espíritu, autor de aquella hermosa sentencia que como suya debieran tener para su conducta to– dos los grandes homures: Serás lo que debes ser, y si no, no seas nada. De pa– so, y a propósito, séanos lícito observar con la amargura y tristeza más since– ras la inmensa diferencia reinante entre el San Martín de Chile y el San Martín del Perú; debida, no cabe duda, a la circunstancia de que el primero fue abso– lutamente libre y dueño de sí mismo; en tanto que el segundo, sugestionado por extrañas voluntades. y aun dominado por éstas, fue mero instrumen– to de los apetitos, genialidades, maldad y renuncios del talentoso pero in– fernal tucumano Monteagudo, de García del Río y otros; el primero, mal genio del Protector San Martín, merecidamente calificado por Vicuña Mac– kenna de "tigre carnicero de la revolución".

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx