Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

SAN MARTIN EN BUENOS AIRES Y MENDOZA B ruanas, había dejado de ser la disparatada quimera de un necio o el vano delirio de un loco. Reputábase, al contrario, su incóg– nita como despejable y casi despejada, con los datos del pro– blema anterior, que el genio y la acción del patricio habían desa– rrollado matemáticamente y resuelto ya en forma pasmosa, aquen– de los Andes, sobre el territorio de Chile. ¿Quién no compartía ya con él el sentimiento y la convicción de que la libertad chile– na -como muy bien lo dice uno de los historiadores de esa na– cionalidad- "no era ni un desenlace ni una conquista", sino "una ruta militar", indispensable de seguir hasta "golpear a las puer– tas del poderoso virreinato, que tenía a los independientes en ja– que por todas sus fronteras?". El prestigio aplastante de su nom– bre, la fe ciega en su palabra, la seguridad inspirada por la efi– ciencia de esa actuación, hicieron al fin del personaje antes tan discutido, un sujeto irresistible. Su influjo fornóse una monta– ña, y sus deseos fueron leyes obligatorias. Esos deseos, a la sa– zón, concretábanse a alzar y posar el potente vuelo sobre el Perú, con Chile por punto de apoyo y de arranque, como ya había al– zádose y posádose sobre Chile, con el punto de apoyo y de arran– que de la abnegada Mendoza. Y, pues el general de Chacabuco y Maipú lo deseaba y lo prometía, ineludible era ir al Perú, pueblo en cuyo seno asentábase -bien se ha dicho- la riente Lima, verdadero "Jerusalén de la independencia americana". VIII La quinta de San Isidro, propiedad de Pueyrredón, fue esta vez el paraje escogido por el Director Supremo de las PP.UU., para -lejos de la -capital, de los negocios y sus molestias- dis– cutir y planear~ tranquila, acertadamente, la magna empresa. Puey– rredón era partidario decidido de ésta, como que era él quien, in– mediatamente después de Chacabuco, había escrito a San Martín la memorable carta del 10 de marzo de 1817, que empezaba así: "¡Qué bella ocasión para irnos sobre Lima, ahora que Pezuela está en calzones blancos!" ... Todo el mes de junio había sido empleado por el ilustre viaje– ro en conferencias aisladamente con todos y cada uno de los miem– bro de la logia de Lautaro, preparando así el terreno para una efi– caz tenida y, en ella, una rotunda decisión final. Y eran los comien– zos de julio, cuando convocóse esa tenida secreta, por cierto inol-

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