Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
14 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ vidable, a que fueron llamados todos los miembros de la logia enunciada (cofrades por ende de San Martín); los ministros del Despacho; algunos individuos de la asamblea legislativa; y deter– minadas personas, entre las de más peso e influjo en la política del Estado. Esas entidades sobresalientes encontraron, unánimemente, viables los proyectos del general, expuestos por éste, en la clara, sencilla y lacónica elocución que le era característica. Todos, asi– mismo, opinaron por la inmediata prestación de los capitales y ele– mentos que la expedición había menester para resolverse en un hecho práctico. Para entonces, concebíase y aguardábase, como cierta y se– gura, la conquista del Pacífico; condición ultranecesaria para el desprendimiento de la nueva cruzada emancipadora. Las escua– dras unidas argentina y chilena contaban ya con apreciables bu– ques; estaban para conseguirse algunos más; y, para honra y be– neficio de América, Alvarez Condarco había ya contratado los ser– vicios de lord Cochrane. Todo prometía una campaña marítima activa y provechosa; y era, por tanto, de urgencia inaplazable re– dondear los preparativos de tierra, teniendo en mira el próximo desembarco. Para ello solicitó el prócer una suma no menor de medio mi– llón de pesos, mitad de la que juzgaba imprescindible para sus pla– nes, y cuya otra mitad se encargaría él mismo de obtener en Chile. El entusiasmo despertado por la epopeya que iba a producirse, hizo que "algunos de los concurentes a aquella célebre reunión habla– ran de dar hasta un millón de pesos, a pesar de las observaciones de Pueyrredón que, por razón de su práctica en el gobierno, miraba con desconfianza el que pudieran reunirse siquiera los quinientos mil" (11). Fijóse, por fin, prudentemente, esta sola y única suma; autorizóse al Director Supremo para proveer los medios de alcan– zarla, acudiendo, si preciso fuese, a la colocación de un emprésti– to forzoso; y se separaron los asistentes, llenos de fe y confian– za, todos prontos a secundar y facilitar la acción oficial, hasta ver hecho realidad el sacro objeto de la convocatoria. (11) Bulnes, op. cit., I, 83..
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