Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

540 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ des facilitadas a sus agentes limeños, para los gastos exigidos por la situación; como que la provisión de fondos es el nervio propul– sor primordial de todas las grandes cosas. Así extirparía también la desconfianza de aquellos capitalistas poco predispuestos a la ge– nerosidad y el desembolso. Esa autorización estaba concebida así: "Por la presente empeño mi palabra de honor y los respetos de mi autoridad, en el sentido de que, inmediatamente que las armas de la Patria entren en la capital del Perú, pagaré, fiel y cumplidamen– te, las cantidades que los buenos patriotas quisieren suministrar al dador de ésta, para objetos interesantes a la causa sagrada de la América; para lo cual les ruego contribuyan según sus fuerzas, en el concepto de que estimaré este servicio como el más importante hecho a la Patria, y de que será cubierto por mí todo recibo que, en virtud de este documento, se me presente en Lima.- Dado en el cuartel general de Pisco, octubre 17 de 1820.- San Martín". XIII Constábanle a San Martín el entusiasmo y los servicios, el pa– triotismo y las buenas prendas de hijos del suelo tan dignos y no– tables como Riva-Agüero, Mariátegui, Remigio Silva y otros co– rresponsales suyos, que, asidua y constantemente, habíanle tenido al corriente de todo, y, con ello, iluminado sus planes, rumbos y previsiones en la magna empresa. Con todo, cohibido por la opi– nión de los chilenos y colombianos que le rodeaban (23); igno– rante, sin duda, de la mala voluntad que, con su egoísmo, chismes, espíritu monopolizador y rudas maneras, habíanse conquistado los caudillos del escaso grupo de los "forasteros"; o arrastrado por el menosprecio en que siempre tuvo al elemento político na– cional, y esa preferencia que manifestó a favor de los extraños -circunstancias que tanto daño causaron a la causa general y a su personal prestigio en el gobierno- ello es que la promesa de pago acabada de copiar (que San Martín llamaba exhorto, como va a verse), y la autorización de percibir, manejar e invertir sumi– nistros económicos que era su consecuencia, fueron enviadas y con– feridas a López Aldana y a Campino, que así quedaron constituidos en agentes financieros del presunto liber tador, y aun en represen– tantes bélico-administrativos suyos, para todos los asuntos perti- (23) Colombiano era García del Río, su secretario de gobierno, compatrio– ta de López Aldana. Sabemos ya que Campino era chileno.

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