Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

EL ARM.ISTICIO DE MIRAFLORES 567 ·americano; la más rica, alegre y bella de las somnolentes ciudades del Nuevo Mundo; paraíso musulmán aluminado por los negros ojos de incomparables huríes. El celoso virrey clausurábales las puertas de la hija de Piza– rra, cuyas torres y cimborios empinábanse, a lo lejos, por encima de sus anchurosos muros, y apenas si escucharon el eco de sus doscientos campaniles, celebrando, ruidosos, la fiesta de la Virgen de las Mercedes. Era, en efecto, la mañana del 24 de setiembre. Pezuela había considerado incoveniente admitir y acariciar a aquellos peligrosos huéspedes en el emporio del poder peninsular, ya minado y conmovido por las nuevas ideas y aspiraciones; y~ más que todo, con la presencia de un ejército amigo que decía venir a libertarlo; ejército de que formaban parte brillante los propios co– misionados patriotas. Introducir tales elementos de tentación y propaganda, palpa– bles y visibles, en la sede virreinaticia, habría ~ido soplar el fuego, ya subterráneamente encendido; y favorecer sus estallidos purpú– reos y chisporroteantes. ¡Ni por pienso! Los diputados debían quedarse, y se quedaron irremisiblemente en el silencioso, aunque poético poblacho de Mi– raflores (15), resguardados por multitud de tropas y guardias, puestos adrede para privarlos de toda comunicación no oficial (16). VII Pero no eran nuestros hermanos Guido y García del Río, al– mas timoratas de esas que se rinden a la primera acometida; así que, en el acto, idearon y llevaron a cabo una intentona. Eran, se– gún su nombramiento, sus plenos-poderes, y aun las notas dirigi– das al virrey del Perú por su general (documentos, todos, redacta– dos por el propio García del Río), "diputados de San Martín cer– ca de la persona del general Pezuela"; y con el general Pezuela dijeron que debían y querían entenderse, negociar y pactar, direc– tamente. (15) "El virrey pensó, desde luego, alojarnos en la capital; pero era tal la gente que acudía a ver la cara de este par de rebelde , que S. E. se asustó, y no permitió que estuviésemos tan inmediatos" .-Carta de del Río a O'Higgins, ya citada, fecha en Pisco, el 12 de octubre de 1820. (16) "Nos pusieron una gran guardia y multitud de centinelas; precaución que no nos impidió adquirir cuantas nociones podían interesarnos, , aún más allá de lo que nunca nos habíamos prometido" .- Id. id.

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