Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

NEGOCIACIONES DE PAZ 577 vió instruírnos) su avenimiento a entrar en toda negociación pací– fica que no contradijese a los principios establecidos por los go– biernos libres de América, como regla invariable, no podían espe– rar que el Excmo. Sr. Virrey propusiese, por base de una transac– ción amistosa, que el gobierno de Chile y sus súbditos, S.E. mismo, los jefes y el ejército de su mando, aceptasen y jurasen la consti– tución de la monarquía española proclamada en la Península, sin suponer, gratuitamente, que el Excmo. Sr. virrey ignoraba la reso– lución de los pueblos y tropas expresadas, y la insuficiencia de cualquier influjo para hacerlos retrogradar en la carrera de su in– dependencia política". "Por consiguiente, los abajo firmados consideran como un de– ber, en cumplimiento de sus instrucciones, el hacer presente a los señores diputados del Excmo. Sr. Virrey, que no están autorizados para iniciar negociación alguna sobre la base propuesta en la nota de ayer, a saber, el juramento de la Constitución de la monarquía española, por las autoridades, tropas y pueblos indicados". "No es ésta la primera vez que se ha hecho igual propuesta al gobierno de Chile y a los demás de los estados independientes de América, desde que el Consejo de Regencia, en el año de 1812, fue encargado, por las cortes generales y extraordinarias, de hacer cum– plir y ejecutar la constitución. Pero ellos, desechando un código que, por una parte, establecía desigualdad enorme en la represen– tación de la América en el cuerpo legislativo, y, por otra no pres– taba garantía suficiente sobre su estabilidad, opusieron una resis– tencia que, entonces, se calificó de criminal, pero que el tiempo y los sucesos han justificado luego a los ojos el orbe". "Sin entrar en el examen de las causas generales y particula– res, que han influído, en los gobiernos independientes de esta parte ae la América, para no ceder sus derechos, los que suscriben no pueden prescindir de recordar a los señores diputados del Excmo. Sr. virrey, que, en el período infeliz de seis años de lágrimas en el que el despotismo (o llámense errores) del monarca de España añoró todos los recursos para sofocar el justo clamor d~ los espa– ñoles y de los americanos, se han robustecido aquellos gobiernos por medio de la opinión pública, bastante enérgicamente pronun– ciada con sus inmensos e incesantes sacrificios. De aquí es que, li– gadas las autoridades en intereses con los pueblos, forman una ma– sa indivisible; y la resolución de éstos, lejos de vacilar por las vi– cisitudes de la guerra y por las variaciones políticas, ha prescrito la marcha que aquellas debían seguir, siendo ya tan ineficiente el empeño de la autoridad más elevada para cambiar la actitud en

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