Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

MANIFIESTOS Y PROCLAMAS 601 la política toma un carácter misterioso, y que, por disimular la perversidad de sus combinaciones, las explica por enigmas, para ejecutarlas luego con insidia; pero, cuando la necesidad pone las armas en manos de los que no desean sino el bien público, la fran– queza es el gran secreto de todas sus medidas, y la fuerza sólo se emplee.. como último recurso para obligar a los que la razón no ha podido persuadir". "Aun antes de mi venida, y desde que establecí mi cuartel ge· neral en este punto, yo anuncié a los pueblos del Perú que mi ob– jeto ha sido, y será siempre, asegurar la independencia de Améri– ca, la paz del continente. Ambos son incompatibles con el régimen actual de este virreinato, y la experiencia de diez años prueba que el gobierno de Lima ha sido el origen de la guerra, que ha prolon– gado la incertidumbre en los Estados limítrofes, al mismo tiem– po que ha hecho derramar a torrentes la sangre de los peruanos, para sofocar el espíritu de independencia que han manifestado en todas partes". "A los pocos días de mi llegada, recibí una invitación del vi– rrey de Lima, para entrar en negociaciones que consultasen la fe– licidad general y pusiesen término a los estragos de la guerra. Y o estaba pronto a desplegar los elementos de la victoria; y suspendí de buena voluntad todos mis planes, ansioso de probar que no bus– co el campo de batalla, sino cuando es preciso pasar por él para llegar al templo de la paz". "El lenguaje del virrey de Lima me hacía esperar que la úl– tima revolución de la Península habría cambiado enteramente las ideas del gobierno español con respecto a la América, y que su nue– va política sería conciliable con nuestros grandes intereses. Me– anunciaba que vendrían a este cuartel general los mismos comi– sionados que iban a salir para Chile antes de mi arribo; y quise acreditarle mis intenciones, anticipándome a mandar los míos, pa– ra que oyesen sus proposiciones y las hiciesen a su tiempo". "El 19 del pasado salieron mis diputados para Lima; su con– ducta oficial, arreglada a las instrucciones que mandé extenderles, hará ver a todos los hombres que piensan sobre nosotros, que, si la justicia apoya nuestras pretensiones, los intereses y la polí– tica de Europa están de acuerdo con ellas. El establecimiento de un gobierno propio, y su uniformidad con el sistema constitucio– nal adoptado hoy en todo el mundo civilizado, han sido las bases de las aberturas que he hecho en esta ocasión". ''Mi inclinación a la paz, y el deseo de triunfar por medio de la razón, exageraban, a mis propios ojos, las probabilidades del

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