Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

MANIFIESTOS Y PROCLAMAS 605 que no esté sufeto a los recelos que inspiran las infracciones repe– tidas. A esto se agrega que, aun haciendo toda justicia al carácter del virrey de Lima, la confianza en su palabra sólo podría durar mientras él permaneciese en la administración. En tales circuns– tancias, yo no he podido menos de dar a mi ejército las órdenes que está acostumbrado a cumplir; y he abierto la campaña sin te– mor, aunque con grande sentimiento. Hasta aquí no me ha sido contraria la suerte de las armas; pero los males de la guerra han afligido siempre mi corazón, porque yo no busco la victoria para satisfacer miras privadas, sino para establecer la independencia de mi patria y cumplir los deberes que el destino y la naturaleza me han impuesto". ''Es llegado el momento en que yo despliegue todos los recur– sos que penden de mi arbitrio y que las circunstancias someten a mi influjo. Las tropas que me acompañan han sido educadas en la escuela del triunfo. La escuadra que tengo a mis órdenes se ha– lla dirigida por un general cuya bravura cuenta pocos ejemplos en la historia de la guerra. ~l parque de la expedición abunda en ele– mentos, no sólo para la campaña que he emprendido, sino para otra más prolongada y difícil. Los habitantes del país que va a servir de teatro a esta contienda decisiva, se hallan divididos entre unos que piden la paz por el temor de la guerra, y otros que suspiran, tiem– po ha, por la libertad y la fusticia. En fin, la fuerza y la opinión, la razón y la necesidad, la experiencia de lo pasado, el presentimien– to del porvenir, y las medidas mismas que se ve precisado a to– mar el gobierno de Lima para su defensa -son otros tantos re– cursos con que cuento para terminar con suceso la campaña del año 20". "¡Pueblos del Perú! Ya he pagado el tributo que debo, como hombre público, a la opinión de los demás. He hecho ver cuál es mi objeto y mi misión cerca de vosotros. Vengo a llenar las esperan– zas de todos los que desean pertenecer a la tierra en que nacieron y ser gobernados por sus propias leyes. El día en que el Perú pronuncie libremente su voluntad sobre la forma de las institucio– nes que deben regirlo, cualesquiera que ellas sean, cesarán de he– cho mis funciones, y yo tendré la gloria de anunciar al gobierno de Chile, del que dependo, que sus heroicos esfuerzos al fin han recibido por recompensa el placer de dar la libertad al Perú, y la seguridad a los estados vecinos. Al ejército saludará entonces una gran parte del continente americano, cuyos derechos rabrá restable– cido a precio de su sangre; y a mi me quedará la satisfacción de ha-

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