Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
608 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ tos de Pisco, para dirigirse al norte; y allí iniciar la campaña que, pasiva o no, liabía de darle por premio la ocupación de la capital ael Perú. Dejamos (a la conclusión del capítulo 11, parte VII de esta Historia) expedida, en 23 de octubre, la orden de reembarco del ejército; efectuada esa operación en Paracas, en los días 23, 24 y 25; y listo el convoy para darse a la vela en la madrugada del 26. Y vi– mos, al irradiar en el horizonte el sol de esta última fecha, levar anclas los buques independientes, inflar velas y salir de la enun– ciada bahía de Paracas, con destino norte. Tócanos, ahora, seguir en su nuevo viaje a aquella flota, hasta dejarla en la costa septentrional de Lima, objetivo actual de su rum– bo bélico (4). VI Las naves de guerra a la vanguardia, con la almirante O'Hig– gins en primer término, dejaron el fondeadero, parsimoniosa, sucesivamente, formadas en perfecta línea. Ese convoy imponente fue inmediatamente seguido por el no menos bello, pero sí más numeroso, de los transportes; línea, esta segunda, tan perfecta como la anterior, a cuya cabeza iba el navío San Martín o nave capitana, destinada a portear al generalísimo. Este, al partir, había dejado, para distribuirse en Pisco e lea al día siguiente (27 de Octubre), esta proclama, que no era sino extracto, casi literal, de la parte final del manifiesto del 13: "¡Peruanos! -He pagado el tributo que como hombre públi– co, debía a las opiniones de los otros; y he manifestado cuál era mi misión cerca de vosotros.- Vengo a llenar los deseos de todos aquellos que quieren pertenecer al país en donde han recibido el (4) Según nota de Odriozola, referente a un Diario que éste no llegó a publicar en sus Documentos históricos del Perú, la salida de la escuadra de Paracas, no tuvo efecto sino el 28, "al día siguiente, dice, de la fecha de la proclama". - Documentos cits., t. IV, pág. 96. Nosotros seguimos a Espejo, adoptando las fechas que este último da en el Diario que compuso a su vez y que publicó en la Revista de Buenos Aires, t. y págs. antes citados. Rectifica– ríamos el error, si lo hubiere, de buena gana, ateniéndonos a la afirmación de Odriozola; pero mal podemos prestar fe a un documento que no conocemos, por no haberse publicado, ni nadie conoce, y cuya exactitud y veracidad no pueden apreciarse en conjunto, para prestar debida fe a los detalles que contiene.
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