Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

MANIFIESTOS Y PROCLAMAS 609 ser, y que aspiran a ser gobernados por sus propias leyes.- El día en que el Perú decida libremente respecto a la forma de sus ins– tituciones, cualesquiera que éstas sean, mis funciones habrán ter– minado; y tendré la gloria de anunciar al gobierno de Chile, cuyo súbdito soy, que sus heroicos esfuerzos han, por fin, recibido la satisfacción de haber dado libertad al Perú y seguridad a los Esta– dos vecinos.- José de San Martín". VII El 27 de octubre, al amanecer, la escuadra voltejeaba frente a la costa de Cañete, esto es, en las proximidades del puerto de Cerro Azul. Calma creciente, en la madrugada, que se hizo absoluta desde las 7 horas a.m., tuvo los buques detenidos en plena marcha, sin poéler continuar ésta. Tal situación se prolongó durante todo el día 27, con su noche; y el tiempo transcurrió odioso y mortal para los viajeros, repletos de hastío por el calor y la inmovilidad. El 28, en las horas precedentes a la salida del sol, inicióse fres– ca brisa, que permitió avanzar, aunque con la lentitud exigida por Ja conserva estricta advertida por Coclirane, quien temeroso de cualquiera sorpresa por parte de la armada española áel Callao, repitió incesantemente la señal de "mantener la unión a todo trance''. Pronunciada esa ventolina liada la tarde, hasta tomar las pro– porciones de una ventolera -favorabilísima para el rumbo, por so– plar, como habitualmente ocurre en la peruana costa, con proce– dencia sur-suroeste- la flota púsose rápidamente en plena veloci– dad, y pudo, esa misma noche, colocarse en el paralelo de la isla de San Lorenzo, en el cual detúvose hasta el amanecer del 29. VIII Doblóse a las cinco de la mañana, el cabezo del islote, con el propósito de penetrar horas después en la extensa bahía del Callao. No era una hostilidad la que de aquel modo planeaba San Martín, sino un espectáculo de sugestión y propaganda; espectácu– lo que, como luego se verá, resultó grandioso e !mponente. La capitana, por medio de señales, ordenó que el ejército is– tiese aquel día de parada; y, como la Dolores y lª Minerva viniesen vacías, a causa de haber los batallones 11 de los Andes y

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