Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

610 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ 2 de Chile (que ellos trajeron a Paracas de Valparaíso y Coquim– bo, respectivamente) internádose, con la división Arenales, en la sierra del Perú, la misma capitana mandó trasbordar, a una y otra fragatas algunas compañías de las existentes en los otros buques (por esa sola noche y el día sobreviniente); lo primero para con– citar, en los puestos de observación enemigos y ante los avizores catalejos de los corifeos realistas, la impresión respetuosa, a la par estética y militar que produce la visión de un ejército veterano bien vestido; y lo segundo, para que no hubiese nave alguna que no se ofreciera, a la vista, repleta de multitud de hombres de gue– rra. IX Eran las nueve en punto de la mañana del 29 de octubre de 1820, cuando la armada de Cochrane presentóse, a la entrada de la bahía, dando al viento sus veinticinco blancas y gallardas velas; ocho de guerra (con una cañonera, incorporada al convoy en la travesía de Va1paraíso a Pisco); y diecisiete ae transporte, inclusos tres buques mercantes, cargados de víveres, que, apresados en Pis– co, como ya sabemos, seguían desde ese punto a la flota y formaban parte integrante de la misma. El sol pálido y tibio de la primavera regional, reverberaba en el horizonte, iluminando aquella sublime y semibélica exhibición con sus cascadas de fuego. La móvil y marítima aparición avanzó pausada y majestuosa, en dos inmensas líneas, que fondearon en seguida, paralelamente, como quien se ciñe al trazo de dos cuerdas ideales, tendidas, de extremo a extremo, sobre el arco anchuroso y reentrante del sose· gado puerto. Delante se desenvolvió la recta amenazadora de las naves de guerra, con la O'Higgins (primera en entrar) a la dies– tra del corélón, izando la insignia del vice-almirante. A retaguardia, ancló la fila de transportes, con la capitana, o sea el navío San Martín, a la cabeza. ¡Espectáculo maravilloso para el Callao, y para Lima, al mismo tiempo! Mientras los expedicionarios, según su propio testimonio (5), encantaban la vista con el panorama del Callao, en el que, sobre un mar tranquilo e intensamente esmeraldino, destacába~se los (5) V . a Espejo, Diario cit .

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