Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

MANIFIESTOS Y PROCLAMAS 611 castillos del Re~l Felipe, de San Miguel y San Rafael, con sus mu– ros, torreones, baluartes y casasmatas; calcados, al pie, por la plo– miza raya del antiguo muelle; por la boscosa arboladurª de los bu– ques mercantes y de guerra, "apiñaaos en el surgidero"; y por la serie tenebrosa de puntos en que a la distancia resolvíanse las "óaterías a flor de agua" y las lanchas cañoneras; -mientras, en el fondo, y como "en anfiteatro", placíanse en descubrir la ciu– da"d de Lima, coronada de torres, cúpulas y templos; ceñida de mu– rallas, plantíos, arboledas y casasquintas; y como atada a la parda cinta de su carretera occidental (obra del virrey O'Higgins), bor– deada de alameda copiosa, al expirar en la monumental portada del Callao; -mientras todo esto contemplaban los viajeros anteojo o catalejo en mano, desde el puente de sus veinticinco embarca– ciones, los limeños (y especialmente los patriotas) arremolinábanse gozosos en los sitiós más prominentes de la población, para gozar a sabor del extraordinario espectáculo. Así los techos y azoteas como los miradores, las bóvedas de las iglesias como las murallas, encontrábanse repletas de gente; gente que, encaramada, sobre todo en el próximo cerro de San Cristóbal, constituía un "hormiguero humano" (6). Los expedicionarios y la capital del Perú "estábamos, refiere Espejo, en mutua exhibición" (7). Cómo palpitaría de orgullo, de esperanza, de satisfacción, el corazón ae los patriotas limeños, ya puede el lector imaginárselo. En verdad que, como propaganda de visu, de intuición, de esa que prende instantáneamente en el alma, infundida por los ojos, nada mejor pudo, para sus planes, idear el espíritu ardidoso de San Martín. Esa exhibición, material, palpable, y por ende, la más elocuente de todas, era la manifestación del poder enorme conquis– tado por la causa de la libertad en América; la demostración tan– gible, indudable, aplastante, el cúmulo de elementos, así terrestres como marítimos, con que contaba el general que, en nombre de esa libertad, acudía al Perú, anheloso de pulverizar sus cadenas; y la corroboración de estas palabras del manifiesto de 13 de octubre: "Es llegado el momento en que yo despliegue todos los recursos que penden de mi arbitrio y que las circunstancias someten a mi influjo", para "llenar las esperanzas de todos los que desean per- (6) No fantaseamos, aquí, por nuestra cuenta; sino que reproducimos, en lo posible, la impresión experimentada por los actores y testigos del su– ceso, como Espejo, Miller y otros. Pertenecen a ellos las palabras y frases que en el texto van entre comillas. (7) Diario et loe. cit.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx