Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

86 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ montadas, que, por este pacto verbal, inmediatamente cumplido, pa– saron a engrosar más tarde las filas del ejército patriota, juntamente con los tres oficiales allí presentes, a saber: el capitán Ventura Cas– taños, y los alfereces Melchor Velazco y Francisco Echevarría (4). Pusiéronse todos en marcha hacia el Cerro, yendo los rendidos a la vanguardia, y a retaguardia los granaderos. Llegados esa mis– ma noche a la ciudad, Lavalle hizo a su general entrega de la valiosa presa, inmediatamente desarmada, y de pronto "asegurada en el pepósito de prisioneros" (5). Llevados éstos a Huaura, y dada la providencia posterior de con– finarlos en Huarmey, Santa Cruz solicitó permiso para entrar al ser– vicio de la Patria. Se lo concedió San Martín, previa jura de defensa de la causa independiente, constante en acta solemne, que suscribie– ron el juramentado y dos testigos "militares de su graduación". ·Ya le veremos "incorporado en el Ejército Libertador, en su mismo em- (4) El escuadrón total ele Carabaillo, según los estados remitidos a San Martín, constaba de 200 a 272 plazas, de las cuales como se ve por el número de los rendidos con Santa Cruz, algunas habían quedado en Lima. (5) Para no entrar en más comentarios, copiamos aquí la explicación que a José Segundo Roca, meses después, en Cajamarca, dió el propio Santa Cruz, acerca de su conducta en la batalla del Cerro y de su rendición en las cercanías de Yanahuanca. "Ud., dijo el futuro vencedor de Pichincha, y quizá todos los que se ha. llaron en esa campaña, probablemente han hecho muchos y diversos comen. tarios a mi respecto, ya cuando me vieron salir del campo, en el momento de pronunciarse la derrota de O'Reilly; ya al verme volver por la noche en clase de prisionero; pero, cualesquiera que hayan sido, dudo que hayan acer. tado con las verdaderas causas, y por eso me permitirá Ud. que se las explL que: - la. Yo pude retirarme en orden, como llevaba mi escuadrón, por el camino más corto o mejor para descender a la costa, sin que nadie hubiese podido impedírmelo, por cuanto el general Arenales no tenía la fuerza de ca. ballena necesaria para mi persecución, y, aun cuando la hubiera tenido., no habría consentido en que se alejase aislada a una larga distancia.- 2a. Pude haber batido a Lavalle cuando me perseguía por el camino de Yanahuanca, desde que él llevaba sólo veinticinco o treinta hombres ( *), que yo conta. ba, uno a uno, con mi anteojo, cuando mi fuerza era cuatro o cinco veces mayor, y esto me daba la probabilidad del triunfo; y, lo que era aún más, La. valle llevaba sus caballos en mal estado, por las marchas y maniobras que había hecho, mientras que los míos eran incomparablemente superiores, ya por no haber hecho fatiga, ya por haber estado, en descanso y mantenidos a grano, en pesebre. Y, para decirlo de una vez, mi triunfo habría sido indu. dable en esa ocasión; y entonces, mi retirada segura hasta el otro lado de la cordillera, y sin temor de ser inquietado.- 3~. Pude pasarme con mi escua. drón, como estaban haciéndolo los jefes y oficiales americanos, hasta con tropa armada; pero, como una incidencia deja impresa la desconfianza so. (*) also: los granaderos eran 50 y los cazadres 30.

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