Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

CAPITULO IX VUELTA A LA COSTA Y REINCORPORACION EN EL CUARTEL GENERAL.- APLAUSOS Y PREMIOS.- JUICIO ACERCA DE LA PRIMERA CAMPAl\l:A DE ARENALES. 1 En previsión de que Arenales pudiera, a su regreso, ser cortado por tropas españolas destacadas de la capital, y anheloso de cubrir y proteger la retirada de su subalterno, San Martín, con este objeto (aparte la influencia que el movimiento por realizarse estaba desti– nado a tener en el éxito total de la campaña), reernbarcóse, según ya sabemos, con su ejército en Paracas y desembarcó en Ancón. La operación no pudo ser ni más conveniente ni más oportuna. El en~migo acababa de destacar, sobre la línea de Chancay y Palpa, -camino que, según sus noticias, podría traer Arenales-, una di– visión de mil trescientos hombres (superior, por tanto, a la indepen– diente penetradora), que, a las órdenes del astuto, inteligente y va– leroso coronel hispano don Jerónimo Valdés, llevaba instrucciones de impedir el descenso de Arenales a la costa, y, para ello, el pro– pósito de cerrarle el paso, provocarlo y atraerlo, hasta batirlo, Sólo que esta división de Valdés hubo de desandar lo andado y rés– tituírse al cuartel general realista de Asnapuquio, ante la presencia y las maniobras estratégicas del general en jefe patriota, instalado, al septentrión de Lima, en forma que necesariamente hubo de garan– tizar la indemnidad del otro apreciable general divisionario por él desprendido al interior. La nueva de la traslación de San Martín y de sus tropas al norte de Lima (traslación anunciada como segura, pero de consumación aún no conocida por el vencedor del 6 de diciembre), fué llevada al Cerro por el ayudante don Florentino Arenales, de vuelta del viaje que a Huaura emprendiera éste último con el parte de la victoria, su– poniendo en ese punto a San Martín, como ocurrió en efecto. Con ese ayudante fué también a manos del coronel mayor, la orden perentoria del regreso; orden que el comandante divisionario