Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

94 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ , ... . campaña, que eran trece banderas y cinco estandartes; entre ellos, el del batallón "Victoria", arrebatado por el bizarro corneta del 11, José Pinto -a los que agregó la rica espada del brigadier O'Reilly, ren– dida en Lauricocha a Suárez y puesta, por el propio general divisio– nario, en las gloriosas manos de San Martín (6). Seguido éste de su E.M. y de su cuerpo de secretarios y edecanes, todos de gran parada, arengó a los expedicionarios, en términos como solía -"lacónicos, pero expresivos"- dándoles la bienvenida, y manifestándoles ha– llarse "satisfecho de su comportamiento", y de que, cada cual en su esfera, hubiese llenado su deber" (7). Habló luego Las Heras, rati– ficando aquella "enhorabuena", y consagrando especialísimas felici– taciones al batallón número 11 del Ejército de los Andes, cuerpo que él había creado y del que muchos años fuera jefe (8). Deshecha la línea, y ya todos reconstituídos en sus cuarteles, las oficialidades del 2, del 11, y de los piquetes de Lavalle y Suárez, recibieron la visita, en corporación, de las otras unidades, que acudieron a con– gratularlas, en orden sucesivo, con sus comandantes. Cuenta Roca que, entre las planas mayores referidas, "la primera en llegar, sin– gularizándose en sus demostraciones", fué ''la del engreído batallón Numancia", en que figuraban: el jefe, Tomás Heres; los capítanes Agustín Geraldino y Pedro Guerra; los ayudantes Rafael Cuervo y José Bustamante; los tenientes Pedro Torres, Diego Sánchez, Pedro José Sarnosa, Ramón Madrid y Pedro Guash; y los subtenientes Francisco Sagastizábal, José Carretero y Luis Foronda; oficiales que, lo mismo que su tropa, simpatizaron e intimaron con los del N? 11 de los Andes, a tal punto, que "desde ese día, en los campamentos, en los combates y en los pueblos, buscábanse unos y otros con prefe– rencia, conservando una unión y confraternidad que sólo se inte– rrumpieron por el regreso del cuerpo a Colombia" (9). (6) Memoria cit., págs. 246 y 247.- Parece que San Martín otorgó a Arenales la guarda de una de las banderas arrancadas a su adversario. No de otro modo se explica que uno de tales trofeos permaneciese en poder del vencedor de Paseo antes, y de su familia después. Dícelo el mismo hijo y redactor de la Memoria histórica del general en la pág. 247 de ésta: "El autor de esta Memoria presentará al Excmo. Sr. gobernador de Buenos Aires, bri– gadier don Juan Manuel de R0sas (el tirano famoso), una bandera de las to– madas en esta campaña, a fin de que S.E. la consigne, del modo que crea más conveniente, como un monumento de las glorias de la República, y de la particular adhesión del general Arenales al gran pueblo de Buenos Aires". (7) Roca~ op. cit., pág. 507. (8) Id id. (9) Roca, págs. 507 y 508, passim.

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