Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

98 GERMAN LEGUIA y MARTINEZ Y, efectivamente, si -en vez de despedir al cegado O'Reilly so– bre el Cerro de Paseo- se hace, con jefes más experimentados (co– mo La Serna, Canterac, Valdés, etc.), ocupar seria y oportunamente los puentes de Máyoc e Izcuchaca, deteniendo al irruptor en plena ruta; forzándole a retroceder, en retirada o deshecha desastrosas; o entreteniéndole lo bastante, para dar tiempo a que se consumase la junción de las tropas centrales españolas con las del sur- no cabe duda alguna en que el millar de hombres de Arenales, lidiando a la par con la naturaleza bravía de esas alturas, y con la multipli– cidad de adversarios concurrentes a la línea de penetración, habrían cosechado frutos muy opuestos, o, por lo menos, distintos de los que llegaron a obtener, gracias a la fatuidad de los enemigos, a su des– cuido o a su inercia ( 12). (12) Consta que Pezuela tuvo noticias fidedignas y oportunas de la partida de Arenales, comunicadas por O'Reilly (a la sazón en Lima), quien las recibió desde lea, primero, y luego de un desertor que confirmó la espe– cie; pero consta asimismo que el aludido virrey, o "no dió entero crédito al movimiento", o "lo estimó temerario", como era en realidad, y no le concedió la importancia que revestía realmente. El 30 de octubre, fecha precisa del ingreso de Arenales en Huamanga, ya a ciento cinco leguas de Lima y a seten_ ta y cuatro de Pisco, todavía expresábase así el adormecido funcionario, en nota dirigida al subdelegado de Jauja, nuestro conocido, don Domingo Jimé– nez: "Según noticias, no muy circunstanciadas, que se han recibido en ésta, par~ce que uno de los caudillos revolucionarios piensa internarse a Huamanga con 1,400 hombres". Y añadía: "Como, en todo evento, el mejor remedio de los males es precaverles, he dispuesto que marche desde este ejército (de Lima) una división de 1,000 infantes y 400 caballos a las órdenes del señor brigadier O'Reilly, a ocupar el paso preciso del puente de Izcuchaca, para que en ninguna manera pueda escapar de nuestra diligencia".- Esa diligen. cia, con todo, resultó tan acuciosa e intensa, que la división prometida no partió de Lima sino el 18 de noviembre, o sea 21 días más tarde. A este pro. pósito, dice con razón García Camba (a quien pertenece lo puesto preceden– temente entre comillas): "Menester es confesar que la medida de enviar al valle de Jauja, y por la línea más corta, la fuerza que indicaba el virrey, er~ evidentemente acertada, y hubiera, con probabilidad, ocasionado la destruc– ción de Arenales, golpe terrible para San Martín; pero no ignoraba el virrey que,sin pasar por ese puente, se viene desde Huamanga y Huancavelica a Jauja y Tarma (como ocurrió con Arenales, que escogió el camino y puente de Máyoc). La división anunciada no tuvo efecto, ni sobre tan trascendental mudanza recibió el subdelegado (Jiménez) la menor prevención. Cometido el notable error de no eI].viar la referida división al valle de Jauja, se incu_ rrió en el gravísimo de sustituírla con la compañía de cazadores de Cárde– nas ... Por último, cuando ya nadie ignoraba la afortunada marcha del atre. vido Arenales, salió de Lima para el Cerro de Paseo el brigadier O'Reilly .. . El resultado, pues, fue, como era de temer, funesto a las armas españolas''... Memorias, t. I, págs. 341 y 342.

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