Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
ARENALES EN ICA 9 los perseguidos. Después de andar toda la noche del 6, hasta la pampa de Huayurí - pamapa "cuya extensión es de catorce a dieciséis leguas, sin agua ni recurso alguno"- retrocedió nueva– mente Guido, "en el concepto de haber los fugitivos seguido su corrida por aquel rumbo"; y seguro, como lo afirmaban también ciertos viajeros de que "habían perdido mucha parte de la tropa que llevaban, antes de llegar a la nominada pampa de Huayurí". (19). VIII Espionaje acertado y persistente, a que de buen grado pres– tábanse los pobladores de las cercanías, sin excluir a los hacen– dados, que con sus chasquis y peones, procuraban facilitar la labor de los independientes, informaba a estos últimos de que los adversarios habían, en efecto, pasado vertiginosamente por Palpa y dirigídose a Nasca, probablemente con el propósito de continuar hasta Acarí, para ponerse en salvo en Ocoñ.a, Camaná y aun Arequipa; ciudad ésta última, en que hallábase el ejército del brigadier Ramírez O rosco, y de la que procedían los refuerzos de Ricafort, esperados en Lima por el virrey y lanzados para ma– yor seguridad, por el interior del país. Pero las noticias a tal respecto, eran contradictorias. Quién decía que Qu_ímper y Montemar pretendían retroceder, y habían efectivamente retrocedido, por las alturas a la capital; quién aseveraba que esos jefes estaban detenidos en Nasca a la espera de refuerzos de Ramírez; quién anunciaba una diversión de Ricafort hacia la costa para reunirse con Químper en el refe– rido pueblo de Nasca; quién advertía que tal reunión no debería efectuarse sino en Huamanga, a donde en consecuencia dirigíanse los retirad~s de Pisco e lea por Huaitará, punto a la vez desig– nado por el virrey para la entrega de un cargamento de muni– ciones y artillería, destinados al propio Químper. Para no errar. Arenales tomó provlidencias en todos esos sentidos: preparó, de un lado, una partida de caballería ligera, a fin de cortar posibles contrarretiradas por las serranías, alistó, de otro, partidas especiales con qué sorprender y capturar cua– lesquiera cañones y petrechos que pudiesen ser enviados de Lima al sur; y, en fin , comprendiendo cuán expuesto sería dejar, a retaguardia suya, una fuerza no despreciable, como la existente en Nasca capaz de desbaratar, prolongar o entorpecer las opera- (19) Id. id .
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