Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

200 GERMA LEGUlA Y MARTINEZ se hace impr olongable, y la retirada imposible. Sableados a van– guardia y r et aguardia, a diestra y siniestra, y cercados de innume– rables enemigos que los estrechan cada vez más - Pringles y los suyos hacen prodigios de valor. El teniente argentino, transfigura– do por el heroísmo, arremete sobre Femández, que también se cu– bre, diestra y valerosamente. Fernández, en ese duelo singul;:ir, se ve forzado a retrogradar y guarecerse entre el laberíntico núcleo de sus dragones. Tres veces consecutivas pretende Pringles abrirse paso; y otras tantas se estrella contra el anillo que forman los adversarios. Al fin, en un arranque supremo de coraje, se facilita una salida hacia la playa; y, en otro arranque suicida de desespe– ración, antes que entregar su espada y darse prisionero, aprieta, co– mo el épico Ugarte en el morro de Arica, los agudos espolines con– tra los ijares de su bruto, y va a caer entre las hirvientes crestas y nevadas espumas de las olas. Y, seguido de sólo cuatro de sus denodados granad ros (porque los veintiuno restantes están muer– tos o p risioneros, o heridos) échase a nado, mar adentro, náufra– go del patriotismo, resuelto a perecer en las entrañas del Ponto, antes que r endirse; "imitando así, exclama Mansilla, a ese Ponia– towski, esperanza de Polonia, que, derrotado en Leipzig, prefiere al rubor de verse prisionero, arrojarse con su caballo al caudalo– so r ío Elster" (34). "No hay que ultimarlos! grita Valdés-; son unos valientes"! -Los vencedores tienden cables o enredan pode– r osos lazos, que a su pesar los retraen a la orilla. Tratados con to– da distinción por el coronel español, son el día siguiente (26 de noviembre) enviados a Lima, donde también se les rinden las con– sideraciones que merecen. Meses después (mayo de 1821) , ya en mar cha las negociaciones de Punchauca,. llegan, canjeados, al cam– pamento libertador (35). San Martín les decreta un escudo, con esta inscripción: "Gloria a los vencidos en Pescadores" (36). (34) R evista et loe. cit. (35 ) García Camb a, al aseverar que estos prisioneros fueron 26 (un oficial y 25 soldados) y prescindir de toda indicación de heridos y muertos, como si los 26 granaderos hubiéranse entregado sin r esistencia, falta a la verdad escan– dalosamente. Torrente no viola ésta última, al apuntar que "ni uno escapó'' de los vencidos: porque, s!multáneamente, da la cifra, ya cit., de muertos y herL dos, con lo que las cosas quedan en su lugar, sin obrepciones ni intencionados falseamientos. (36) Según Mansilla, los propios españoles mandaron acuñar cinco meda-' llas, que más tarde enviaron "a fuer de gentiles y caballerosos", a Pringles y a sus compañeros; m edallas en las que había esta otra inscripción: "A los vencidos vencedores - en Pescadores".- Loe . cit .- Así debe llamarlos Ja Historia.

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