Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

204 ERMAN LEG IA Y MARTI EZ trabar empeño alguno, aunque el terreno era bastante a propósito" para intentarlo (2). A las 6 p.m., Alvarado acampó en Retes. En la noche, los realistas (dando a cada paso noticia de todas esta circunstancias al virrey) se retiraron a la hacienda de Basurto (don– de habían de permanecer hasta el lo. de diciembre, esto es, tres días). JI Inició entonces Alvarado la serie de maniobras de a anc y retroceso de que ya se habló, inexplicables para los jefes españoles; pero que, conforme a las instrucciones de San Martín, dirigíanse a estimular, proteger y cubrir la tantas eces prometida hasta entonces aplazada defección del Numancia; si bien sucedió que, n diversas ocasiones, los oficiales y jefes comprometidos de aquel batallón, obrasen por modos que a su vez estimularan a Alvarado a dispensarles protección decisiva y de hecho, con procedimientos y oportunidades que el jefe mencionado no quiso o no supo er apro echar, poseído de sa indecisión ingénita o comprensión tar– día que habría de ostentar en la segunda expedición de Arenal s antes, y en la desastrosa campaña a intermedios (por él dirigida) después (3) . Así, en efecto, ocurrió hacia la tarde del 29 de noviembre. La caballería patriota habíase instaurado a tiro de fu il de la vanguar– dia realista, en observación de la línea de combate tendida por ~sta; líne en la qu el coronel don Ruperto Delgado, jefe d los numan– tinos, desplegó a estos últimos en guerrilla, detrás de uno tapiales; y operación en la cual el jefe subalterno capitán D. Tomás Heres, cabecilla de los conspiradores, cuidó intencionalmente de d jar a la descubierta, como talón Yl;llnerable ad hoc, el flanco der cho de aquel despllegue; naturalmente, a fin de que Al arado flanquea e la línea realista y así decidiese el paso acordado del cuerpo en cuestión. Pero Alvarado no penetró la intención de Her s y de us amigos; o, si la penetró, careció del ímpetu de ánimo necesario suficiente para provocar crisis, como aquélla, tan aplastante para los españoles, quienes, con sólo los Dragones de la Unión y la artillería, es decir, con ciento cincuenta hombres en total o habrían (2) Op. cit., vol. I, pág . 353 . (3) Exactamente como se manifestó a principios de 1820, en Mendoza, ante la sublevación del batallón núm. 1 de los Andes, perpetrada por MendL zábal en San Juan; rebelión que Alvarado no tuvo la energía ni la' i\ acidad de reprimirla, como pudo, a debido tiempo.

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