Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

NUEVAS FALSAS MANIOBRAS DE ALVARADO: SU OBJETO 207 Oficios de Arenales, recibidos a las 11 h. a.m. de la misma fecha. y datados en Jauja el 25 del mes anterior, comunicaban el triunfo de Lavalle en la cuesta de Yanamarca, la ocupación de Jauja, y los demás felices sucesos de la primera campañ~ de penetración, desde la ocupación de Huamanga (31 de octubre) hasta el 21 del referido mes de setiembre. En la tarde del mismo 2, el Boletín núm. 5 del Ejército, transportado de gozo decía: "Aún no hacen tres meses que el Ejército desembarcó en estas costas; pero los sucesos de que hemos sido testigos exceden a cuanto podíamos esperar de la for– tuna en triple tiempo. . . La intendencia de Tarma pertenece ya al territorio independiente: los que la oprimían no existen sino para aplaudir la generosidad del vencedor: en toda su extensión ha sido batido el enemigo: una parte de las tropas lo ha abandonado, al oír el grito de la razón y de la libertad; los pueblos han sentido, por la primera vez, el placer de existir para sí mismos; y es más fácil que sacrifiquen su vida, que el que vuelvan a enajenar su in– dependencia".- "El coronel mayor Arenales, continúa el Boletín, quedaba en Jauja el 25 del pasado, y acababa de tener noticias de que una división de 1,200 hombres, al mando del brigadier O'Reilly, se hallaba situada en Canta, con orden y disposición de marchar so– bre Paseo. El resolvió buscarlo, y sellar con esta victoria la campaña de la Sierra".- Y, con espíritu realmente profético, acababa de este modo: "Un presentimiento general anuncia el término que debe aguardar aquél que, antes de salir de Lima para Paseo, ofreció deshacer en quince días a nuestra división" (11). Cuatro días más tarde (el 6), Arenales confirmaba estas previsiones con el brillante triunfo del Cerro. Para colmo de alegrías, el mismo 2 llegaban a Supe, previas las negociaciones y el convenio de canje ajustado entablados por San Martín con el virrey Pezuela, veintidós oficiales y ochenta y cinco sargentos, cabos, soldados y paisanos patriotas - en total, ciento siete individuos - "únicos, exclama Miller, que sobrevivían, entre más de mil prisioneros patriotas que sufrieron aquella suer– te, desde el principio de la revolución, en los campos de Buenos Aires y en los del Alto Perú; y que, encadenados juntos, después de andar de cuatrocientas a seiscientas leguas, fueron sepultados en las horrendas casasmatas de los castillos del Callao" (12). Entre esos cautivos, rescatados al cabo de tántos años; már– tires de la libertad, a la cual permanecieron fieles contra todas (11) O' Reilly . (12) Miller, Memorias, t . I, pág . 255, ed. de 1829.

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