Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

226 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ hacer el papel de guía. Por de~gracia, "guía y guiado", como dice Mariátegui, fueron aprehendidos en el viaje; castigado el primero "de un modo espantoso" (23); remitidos los dos a la capital, a dis– posición de las autoridades españolas; y expuesto el segundo - el cadete - a ser pasado por las armas como desertor ( 24). Sabedores o más bien sospechosos los patriotas limeños de lo ocurrido con Castillo (en vista de la demora de éste), encontraron otro conductor "inmejorable", que "acababa de llegar de lea, a don– de había llevado" - como buhonero o mercader ambulante que era - "una factura de efectos" (25). Ese conductor era Guarniz. Astuto e inteligente como el que más, aquel guayaquileño hízose pre– sentar al virrey por el español don Juan de Pértica; obtuvo del repre– sentante regio un pasaporte seguro, y cartas de recomendación eficaces para los funcionarios realistas del tránsito; marchó a lea y "pasó sin riesgo al cuartel general" independiente; "explicó de palabra a San Martín" cuanto se le había encargado; y regresó, tranquilo e indemne, portando una doble correspondencia; la del general argentino para sus correligionarios capitalinos, y la de las autoridades españolas para Pezuela (26). VII Así se inició - por acto primario y espontáneo de los patrio– tas peruanos- la intercomunicación frecuente y constante enta– blada, desde esa fecha ( 18 de setiembre) entre los invasores y sus presuntos redimidos; intercomunicación que, en Pisco primero, en Ancón después y en Huacho, Supe, Huaura, Retes, etc., por fin con- (23) Anotaciones, pág. 22 . (24) San Martín desembarcó en Paracas el 8, el virrey súpolo el 9, los separatistas limenses tuvieron la nueva el 10, y Castillo salió el 11. Es tuvie– ron los españoles "empeñados en fusilar a éste, no cómo a pasado, porque lo tomaron en territorio que les obedecía aún"; ni como a traidor, porque "no le hallaron correspondencia firmada que indicase relación con los inde.. pendientes"; sino como a desertor. Castillo ''debió su salvación al Dr. D. Ni– colás Araníbar, asesor del virreinato nombrado por Pezuela, quien jamás quiso despachar la causa; y, cuando el virrey le habiaba, impelido a ello por los jefes, indignados y enfurecidos con la pasada del batallón (diciembre de 1820), le aconsejaba siempre que no derramase sangre, dando lugar a que los patriotas hiciesen otro tanto, ya que ese primer paso fuese causa de males co– mo los que todos deploraban en la guerra a muerte declarada por Monteverde (en Venezuela) y llevada a extremos de barbaridad por Morillo".-Anotacio– nes del autor cit. pág. 22 y 23. (25) Op. dt., pág. 23. (26) Id. id. dd.

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