Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
230 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ en pro del separatismo, de desparramar nuevas alarmantes, y de corromper a las tropas reales, induciéndolas a la rebeldía y a la deserción (36). La medida, en vez de aterrar, estimuló el patrio– tismo de la mujer limeña, que resultó el mayor de los enemigos de la dominación peninsular. En torno de las señoras y señoritas de la nobleza capitalina, a cuya cabeza brillaban la m2.rquesa de Castellón (Clara de Buendía y de Carrillo), las dos Guisla (Her– menegilda, condesa de la Granja, y María Simona), la condesa de la Vega del Ren (Josefa de la Fuente y Carrillo de Albornoz de Vásquez de Acuña), y la marquesa de San Miguel (Josefa Messía y Aliaga de la Fuente), actuaban, acuciosa y eficacísimamente, las más brillantes estrellas del cielo de Lima y un sinnúmero de auxi– liares de todas las clases y condiciones, tales como: Petita Fe– rreiros, Clara Caquis, Mercedes de la Rosa (hermana del héroe), Lucía Delgado de Quirós, Carmen Delgado, (hermana de és– ta), Carmen Noriega y Paredes, María de Jesús Montoya, Ger– trudis Coello, Luisa Mier y Terán, Juana· y Candelaria García, Petronila Alvarez, Josefa Sánchez, Micaela Portocarrero, Francis– ca Caballero, Agustina Sánchez, Camila Amao, Baltasara Flores de Paredes, María Cabrera de Pezet, Manuela Sáenz de Thor– ne (la famosa querida de Bolívar), Dominga Bambarén, Antonia de Ulate y Gómez, María Antonia Ponderé, Agustina Pérez de Le– guía, María Duran, Brígida y Micaela Silva, Pepita Boqui (hija de José), Antonia Señas, Carmen Palacios de Tellería, Carmen de la Riva de López Aldana, María Matute de Pérez de Saravia, Josefa López Portocarrero, Manuela Monteverde, Juana Cortínez Espino– sa, Rosa Campusano (la tentaéiora Dalila de San Martín), Carmen Guzmán, las Avilés, las Tellería y las Flores, las Mancebo , las Aran– da y las Cantero (37), y otra infinidad de mujeres denodadas, que, introduciéndose en todas partes y penetrando hasta en el propio palacio de los virreyes, supieron sorprender todos los planes, des– cubrir todos los secretos, y llevar la seducción, la zapa y la intriga, así a las filas y cuadros de los humildes soldados, como al gabine– te, el sitial y la gaveta de los más empingorotados funcionarios u oficinistas de la administración capitalina (38). (36) Mariátegui, Anotaciones, pág. 20. (37) V., para conocer los servicios y apreciar el entusiasmo y la abnega_ ción de estas limeñas beneméritas, y de los separatistas p eruanos en general, la serie de detalles que, respecto a unas y otros, dejamos anotados en los ca– pítulos II a VI, parte VI, de la Segunda época de esta Historia. (38) Relata Mariátegui que, "cuando San Martín desembarcó en nuestra costa, recibieron los patriotas limeños un paquete que contenía comunicacio-
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