Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

240 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ Ningún lugar - por sagrado y seguro que se considerase para el régimen, o por expuesto y temible que resultase para sus adver– sarios - vióse exento de la infatigable y eficiente propaganda de éstos últimos. En todas partes penetraba, con mil astucias y ardi– des el ojo observador y la tentadora acuciosidad de los patriotas limeños, - quienes, para decirlo de una vez, deslizábanse, aún en los hospitales y cuarteles, a la vista misma de los jefes, y en el corazón, digamos de las tropas. Médicos como Pezet, Falcón, Valdés, Devoti, Tafur y otros ejer– citaban la disolvente sugestión entre los soldados enfermos .. que, apenas rehechos o convalecientes, pasábanse en la forma ya ex– presada, a las filas de San Martín. Esto, en los hospitales. En cuanto a los cuarteles, existían agen tes ad hoc, como el nunca bien ponderado Pablo Salazar, que ac– tuaban directamente sobre clases y soldados, instigándolos a la de– serción. Oigamos lo que Mariátegui nos cuenta respecto a aquel humilde y benemérito hijo de las serranías del Perú, digno, como pocos, de que su nombre sea arrebatado a las fauces del tiempo y del olvido. Era, por supuesto, indígena; y, "como indígena, habla– ba el quechua"; idioma de "la mayoría de los soldados del ejérci– to real, que eran aborígenes del interior". "Salazar, dice el autor citado, determinó conquistarlos para la Patria, haciéndolo a las barbas mismas de los oficiales enemigos. Abocado con el que estos renglones escribe (sigue diciendo Mariátegui) le expuso que él se reduciría a vender los utensilios que necesitaba el soldado, como eran agujas, hilo, espejos pequeños, peines, pañuelos y otras es– pecies de esta clase. Agregó que, con el pretexto de venderles és– tas menudencias, hablaría; y que, cuando conociese que alguno es– taba disgustado con el servicio, trataría de que se desertase y de ocultarlo; que, conseguido esto de algunos, ya era fácil lograrlo de otros, principalmente cuando viesen las medidas infructuosas que sus oficiales empleasen para tomarlos. Se le dió dinero para que comprase y empezase la obra, y no quiso recibir más que treinta Larmen Noriega, que hoy vive (1869) . Ella hizo que Febres se ocultase pro– visionalmente en casa de Da. Gertrudis Coello, y de allí fue sacado por mí en la noche y oculto. No quiso salir por tierra, sino embarcarse: y D. Fer. nando Urquiaga y yo lo embarcamos por el barranco de Agua Dulce, no en buques extranjeros, sino en la escuadra bloqueadora, con la que teníamos fre. cuentes comunicaciones . . . Lo mandamos en una canoa de pescadores. . . Por Chorrillos había muchas bajadas, y regulares embarcaderos, y canoas, en que se conducía a bordo a los pasados . Riva-Agüero se embarcó (también) por Chorrillos, y lo embarcó Urquiaga" .-Mariátegui, opuse. cit., págs. 34 y 35 . passim.

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