Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

244 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ plazas de Cartagena y de Bogotá; y seguido, por fin, a Popayán, ciu– dad en la cual acantonaba al recibir la orden de trasladarse a Li– ma. Necesario es recordar, a este propósito, que, con el poderoso ejército confiado al duro y cruel general Pablo Morillo, ejército ascendente a más diez mil veteranos, anunciado como invasor del Río de la Plata, y luego encaminado a Venezuela, por la urgen– cia de reprimir la audacia y los éxitos ruidosos de Bolívar; había despachádose de España una división mandada por el coronel fran-. cés don José Canterac, cuyo destino fue reforzar los efectivos del amenazado virreinato limense. Reclamó Pezuela insistentemente aquellas fuerzas, retenidas por Morillo en Venezuela; sobre todo en los momentos en que, perdido Chile por el aniquilamiento total de la expedíción Osario, temióse, con razón, que los argentinos ven– cedores jnvadiesen en seguida, como realmente lo hicieron, el te– rritorio del Perú. Fué entonces cuando Morillo, en sustitución de Canterac, y de su división, expidió mandato de partida al batallón Numancia, para sosiego del virrey solicitante, e incremento, siquie– ra parcial, de las tropas defensoras de este virreinato. II Vía peligrosa la del Pacífico, por el osado crucero primitivo de Brown, a que siguió la desoladora irrupción de la escuadra de Cochrane, e imposibilitada, de consiguiente, toda travesía segura por mar, emprendieron los numantinos su hasta hoy famoso y pon– derado viaje por tierra, desde Popayán hasta Lima; viaje empezado a principios de febrero de 1819, y coronado, según se dijo, el 6 de julio del mismo año, a través de las ciudades de Pasto, !barra, Qui– to, Ambato, Riobamba, Cuenca, Loja, Piura, Lambayeque, Trujillo y los rígidos páramos, desiertos y montañas intermedias. Aunque constaba de mil quinientos soldados, sólo llegaron a la capital peruana setecientos; por ha.her permanecido en Popayán la compañía del capitán don Silverio Delgado (trescientos hombres); detenídose en Paita de guarnición, la quinta compañía, comanda– da por el capitán don Blas Cerdeña; y quedádose en Trujillo la se– gunda, al mando de su capitán don José Pineda; compañías, las dos últimas, cuya patriótica actuación hemos de ver, próximamente, al tratar de la independencia proclamada, en aquellas provincias del norte del Perú, a fines del año de 1820.

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