Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

250 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ VII La parte más difícil y aun peligrosa de ésta última, por el cre– cido número y la inferior calidad de los requeridos, estaba en ca– tequizar a los soldados, cabos y sargentos, por supuesto hecha ex– cepción de los antiguos oficiales patriotas degradados y manteni– dos en la condición punitiva de soldados rasos. A esos se les buscó, habló y ganó en el acto (19). Para los restantes, Mariátegui y sus cofrades de labor idearon y pusieron en práctica cierto plan que resultó eficientísimo, y para el que sirvióles de inteligente, leal e irreemplazable instrumento, aquella mestiza a quien hemos califi– cado de "meritísima", y que lo era en efecto, Carmela Guzmán (20). Era ésta una abacera y a la vez cocinera de la calle de Guada– lupe (21), en cuyo establecimiento, a la vez que se surtían los sol– dados y oficiales del Numancia, de lo más indispensable en mate– ria de baratijas sueltas y pequeños menesteres cuotidianos, solían ir a comer, mañana y tarde, por resultar el lugar más próximo al convento cuartel de Guadalupe, donde hemos dicho que el cuerpo referido se alojaba; y ser el refugio preferido, sobre todo, para Cuervo, Bustamante, los Torres, y demás patriotas venezolanos o granadinos degradados por Morillo a la humilde condición de sol– dados rasos. La Guzmán era patriota, como amiga íntima del mu– lato Juan de la Cruz Portocarrero, arrendatario de la vecina huerta de Matamandinga, emplazada, según ya sabemos allende la porta– da de Matamandinga y Guadalupe, sobre el terreno mismo en que Iioy se abre la gran plaza de la Exposición; circunstancia a que añadíase la de haber dicha Guzmán, antes de trabajar independien– temente, servido y cocinado a sueldo en casa de uno de los más entusiastas separatistas de Lima, cuyo nombre no nos ha sido po– sible averiguar. Ello es que los sudamericanos en cuestión, algu– nos ya ascendidos a cabos y sargentos, gozábanse en acudir, ali– mentarse y proveerse en un paraje, como ese, donde érales lícito hablar, sin el menor peligro, 'de la patria ausente, de sus convulsio- (19) Recuérdese que éstos eran Bustamante, Cuervo, Tejada, Geraldino y los dos Torres (Remigio y Pedro). (20) Nada dice Paz Soldán de esta patriota insigne, por él confundida en una frase genérica indeterminada; pues sólo pone que los patriotas "cuL daban de que las vivanderas lo fuesen también para que sembraran entre los soldados la seducción a favor de la Patria".- Op. et. loe. cit. (21) V. la palabra abacería en nuestro Diccionario de la Legislación Peruana. Allí explicamos el significado de esta voz castellana, y el origen his. tórico de la peruana equivalente: encomendería

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