Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
252 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ tadas cos brillantes colores, exageradas por imaginaciones orien– tales, les labraron mucho", (23). IX Ocurrió, entre tanto, que García Camba, en la expos1c10n re · servada que, en 17 de agosto de 1820, se permitió dirigir al virrey Pezuela, encareciendo la fatal situación que para los intereses es– pañoles se iba produciendo en el Perú, hiciera alusiones expresas, altamente desdorosas para la lealtad del batallón venezolano; cosa que, hasta entonces, nadie se había atrevido a practicar, y menos oficialmente y por escrito. Y, así, a la vez que presentaba "a ese benemérito batallón de Numancia casi desnudo" - lo cual era ver– dac&-; y a "sus soldados mal comidos, por no habérseles satisfe– cho ni aún los doce pesos que por entonces se habían concedido a cada plaza en cada mes, teniendo compañía a. la que se le debían cuatro meses" - acababa con las siguientes palabras, que, des– pués de contener merecidas alabanzas, encerraban el más ve'lado y terrible vituperio; "Estos soldados, que, por habituados a una gue– rra tan sin igual como la de Costa Firme, debían ser nuestras co– lumnas de apoyo, y merecer todo nuestro aprecio y el particular de V. E., ¡qué de sospechas me hacen recelar de su actual entu– siasmo!" (24). Grande fue la indignación de los numantinos, cuando se im– pusieron de las reticentes frases de García Camba; jefe que, con– tra la costumbre y la ordenanza, puso, dice Mendiburu, "para ali– mentar su insufrible vanidad", en circulación inmediata, si un tan– to sigilosa, en todo caso imprudente, varios ejemplares manuscri– tos de esa exposición, "sin advertir - agrega aquel autor - que así fomentaba y apoyaba la opinión de los patriotas, halagados con la lectura de dócumento tan triste, que nadie se habría atrevido a poner en manos del virrey" (25). "Pues que, sin haber dado paso alguno, todavía, que manche nuestra carrera, y cualesquiera que sean nuestros sentimientos y opiniones personales, se nos tilda con tales eufemismos, como si ya hubiésemos delinquido de obra y con escándalo - seamos de (23) Anotaciones, pág. 33: "Las mujeres - exclama con este motivo, nues– tro compatriota- las mujeres fueron los mejores apóstoles y ellas vieron co– ronados sus esfuerzos" . Loe. cit. (24) Mendiburu, Dice. cit., t. VI, págs . 591 y 592 . (25) Op . et. vol. cit. , págs. 314 y 315 .
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