Historia de la emancipación del Perú: el protectorado

260 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ tantísima, que, redondeada luego con la del temente coronel gra– duado don Ramón Herrera, puso en manos de la causa separatista todo el personal de jefes y oficiales americanos (y eran la mayo– ría) existentes en e'l Numancia; obtenido lo cual, no pensóse ya sino en la forma de consumar la defección en proyecto. 111 El 22 de setiembre Riva-Agüero, y el 10 de octubre el presbí– tero Arce, compañero de Paredes, comenzaron a comunicarse con San Martín exponiéndole sus ideas respecto a la materia; cosa que a la par hacían Mariátegui, Otero, Campino y López Aldana. Muchos fueron los planes ideados y propuestos para realizar la operación. Creyeron los "deanes" muy en especial los escondidos en la casa de Flores -fugitivos casasmatas- que lo mejor era asaltar a Pezuela en su palacio, aprisionarlo y forzarlo a aceptar la inde– pendencia (5). Este designio, propiciado al principio por el pro– pio San Martín, fue inmediatamente puesto a un lado, por "ries– goso, inverificable e inútil". En efecto, "guarnecian la ciudad, no sólo el Numancia, sino otros batallones españoles "; "el palacio tenía dentro bastante fuerza de alabarderos, caballería e infantería; y con sólo cerrar las puertas, el Numancia era perdido, sin pres– tar el servicio más pequeño a la Patria", puesto que "habría te– nido que rendirse o dispersarse, cuando no hubiese sido batido por los otros cuerpos en las calles" (6). valientes del norte y continuó manifestándole la necesidad de que ayudase a tan patriótica empresa. El resultado fue favorable, porque desde ese momen– to juró Heres ser el primer defen or de su patria, y, no sólo aceptó el plan de abandonar la causa del rey, sino que también ofreció ser el principal agente y seguro conducto para facilitar la combinación con la oficialidad de su cuer_ po, comunicando a la vez útiles e importantes noticias acerca del número y calidad de las tropas y lugares que ocupaban".-Op. cit., vol. I, pág. 103.– En cuanto a la, revisión de Mariátegui, larga en reproducir, porque hasta con– tiene el diálogo pasado entre Heres y Paredes, ella puede verse en las Ano. taciones, tantas veces citadas de dicho escritor, págs. 3,¡ y 32. (5) Recuérdese que, en época anterior, los militares refugiados en la panadería de San Jacinto pretendieron realizar el plagio del virrey en la entonces llamada "casa de comedias". V . lo que a este propósito hemos dicho en el t. II, cap. III, párrafo VIII, de esta obra. (6) Mariátegui, pág. 26, opúsc. cit.

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