Historia de la emancipación del Perú: el protectorado
262 GERMAN LEGUIA Y MARTINEZ Pero era lo cierto que este plan .resultaba tanto o más peligro– so que el primero. La guarnición de los castillos, según los estados del tiempo, constaba de algo más de dos mil hombres; y compo– níanla cuerpos españoles nativos, y por tanto extremadamente leales, como el Cantabria y el Burgos; y un cuerpo, si peruano por su efec– tivo, como procedente en un todo del país, férreamente disciplina– do y rígidamente mantenido, cual era el batallón Arequipa, man– dado por Rodil. Dedúcese que aun suponiendo sinceras las inte– resadas promesas del español Santalla, y fructuosos los patrióticos esfuerzos del venezolano Juan de la Cruz Cortines, quedaba siem– pre dentro de la temible fortaleza, un núcleo parapetado de ene– migos, tan poderoso y respetable, que mal podía ser supeditado a pecho descubierto, por el valor, la audacia y la decisión del perso– nal, comparativamente insignificante, del batallón comprometido. No se comprende, de otro lado, cómo San Martín, al ofrendar sus elementos navales para amparar al Numancia, en caso de frus- cañonazo.- El movimiento del batallón debe hacerse luego que se tenga noticia de que se aproxima la escuadra. A este fin se presentará de mañana en dos días, a la vista del Callao, una goleta o 1 bergantín, con el pabellón de Chile en la popa y otras banderas de varios colores en los palos del bu_ que y en su proa, con las que dará tma bordada y volverá en vuelta de fuera. La aparición de esta embarcación será el anuncio cierto de que al día siguien– te se presentará la fuerza principal de la escuadra a bloquear el Callao; por consiguiente, debe hacerse todo esfuerzo para que el movimiento sea el mismo día en que aparezca la goleta, pues es seguro que al día siguiente será refor. zado el Callao y frustrado el intento.- Una bandera blanca en el asta del castillo, con el pabellón español abajo, será la señal de estar los patriotas en posesión de él; pero, si fuera posible que un bote con algún oficial venga a la escuadra del castillo, sería poderosamente sostenido, y el pabellón de la libertad tremolaría muy luego en la capital.- Toda empresa heroica compen– sa a su autor con el honor de haberla dirigido y con la admiración de los demás hombres. Este sentimiento sublime creo es, sin duda, la mejor apolo– gía del batallón que en el plan anterior salva a la Patria, y el más digno pre– mio del noble orgullo de los bravos que le pertenecen; pero la gratitud reco– noce ciertos deberes cuya transgresión es un crimen. Yo empeño todos los res– petos de mi autoridad como general, y mi palabra como ciudadano, que el oficial que dirigiere la empresa conservará el mando del batallón en la clase de coronel, obtendrá los honores públicos que la Patria dispensa a sus más predilectos hijos, y una pensión permanente que le proporcione la comodidad y decoro proporcionado al mérito. Los oficiales serán elevados proporcionaL mente al rango que se me proponga por su jefe, con una gratificación equi– valente. Los soldados serán premiados, con trescientos pesos cada uno, de los fondos de nuestros comunes enemigos; y aquellos jóvenes a quienes la mano opresora arrancó de su hogar, obscureciéndolos en la clase inferior, serán restituidos al esplendor debido a su virtud o nacimiento, con las gracias a que se hicieren acreedores.- Pisco, octubre 19 de 1820.- San Martín".– Doc. núro. 27 de la Bibl. de Paz Soldán.
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